D E C I M O S E X T O

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Entre gustos y colores hay dramas de mil sabores.


Al día siguiente de la salida a la discoteca, tuvimos que irnos a grabar sin dormir para poder llegar a tiempo, sabía que sería una mala idea irse de fiesta, y mientras nosotros nos veíamos obligados a tomarnos tres tazas de café con energizantes, Ava dormía plácidamente en su cama. Tonta suertuda.

Pasamos la semana siguiente grabando el videoclip, utilizando los ratos libres para escaparnos a cualquier parte para compartir o despejarnos, no hay más acercamientos con Adrien porque yo por mi parte pienso mucho en cómo sería mi encuentro con mi familia y eso me tiene muy preocupada. A pesar de eso me encargo de llevarlos a los mejores lugares de la capital, desde el monte Ávila hasta el museo de los niños, dónde todos retrocedemos en el tiempo cuando empezamos a bajar por la escalera-piano, cada vez que pisamos la escalera los escalones reproducen los sonidos de un piano auténtico.

Las grabaciones se hacen pesadas en un punto, porque hay cosas que se atrasaron y no se puede perder tiempo, cosa que provoca que duremos hasta las doce de la noche en varias ocasiones. Pero hoy puedo decir que el vídeo ha sido elaborado con éxito.

Es nuestro último día acá en CraxtonVille e igualmente puedo decir, que estoy poniendo todo de mí para enfrentar lo que tanto miedo me daba de mi viaje. No quise venirme sin Ava, de verdad necesito el apoyo de alguien en el momento en que se abra la puerta de mi antigua casa, pasamos frente al lujoso café karaoke que queda a unos metros de mi hogar, es uno de los más visitados en la capital por su concepto abierto en el que he pasado Buenos momentos de mi vida, suelen hacer karaokes abiertos al público desde la acera que llaman a muchos y está justo al lado de la casa.

Me detengo ante la imponente vivienda de dos pisos desprovista de color con el césped del frente bien cuidado, se siente extraño estar acá, como si los colores y objetos se viesen más apagados a pesar de que es una casa de fachada impecable, pero quizás, no es que los colores hayan cambiado, sino que yo ahora los percibo demasiado comunes a comparación con mi día a día.

Esta casa es cuadro monótono de blanco y negro salpicado por una mancha verde oscuro, a mis ojos es como presenciar un almacén vacío porque definitivamente yo he cambiado, y justo por eso estoy aquí.

Toco la puerta de madera escuchando en seguida pasos acercarse del otro lado, mi pulso aumenta junto con los nervios que recorren cada pedazo de mi piel, tengo las palmas sudorosas y un ligero temblor se desprende de mis movimientos denotando el temor que siento. Temor a ser juzgada por la persona que más amo solo por ser yo. La puerta se abre, papá nunca ha querido contratar sirvientes a pesar de que claramente tiene la capacidad económica para ello y siento que el mundo se detiene al verlo tras el marco de la entrada, incluso Ava parece dejar de respirar a mi lado cuando veo a mi padre más canoso que antes, su rostro está mucho más marcado por la vejez, ya no parece el hombre lleno con tanta energía como antes, y eso me da miedo.

Me da miedo que cuando regrese ya no vaya a encontrarlo y que me deje sin antes perdonarme. Aunque, no estoy segura de si hay algo qué perdonar.

-Lárgate, te dije que no vinieras -Frunce el ceño gruñendo, sin dignarse a darle un vistazo a Ava.

Entonces, como si nada, se propone cerrarme la puerta en mi cara sin siquiera preguntarme algo, no lo sé, lo que sea está bien, incluso con un simple "¿cómo llegaste aquí?" me basta. Pero el que sencillamente decida dejarme fuera de su vida sin antes cerciorarse de si estoy bien... me hace sentir que todo lo que hago no vale la pena. La entrada a el que aún consideraba mi hogar se cierra, dejándome afuera hecha un compuesto de grietas salpicadas en lágrimas y decepción.

Cajitas de CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora