02: Comenzar de cero.

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—¡Bien, bien! ¿Ya está todo empacado?

—Oh, ¡Vamos, Ann! Deja de tratarlo como un niño.

Bonnie sonrió, brindándole una última mirada a la habitación vacía de hospital. Fox, el esposo de la rubia, le revolvió el cabello al verlo titubear y le animó, con una expresión relajada, a salir de allí. Firmó un par de papeles al llegar a recepción y observó con recelo a la figura de Bon Smith charlar con su médico al otro extremo de la habitación. Sintió un escalofrío calarlo por completo en cuanto el antes dicho giró su mirada esmeralda hacia él para sonreírle con amabilidad.
     No recordaba absolutamente nada sobre esa persona, y saber la supuesta relación que llevaban no hacía más que ponerlo intranquilo. Sin embargo, no podía evitar sentir una opresión que le impulsaba a querer llorar cuando le veía esbozar esa clase expresiones: esas que intentaban mostrar seguridad aún cuando sus ojos desbordaban tristeza. Lo peor era que él parecía ser el único en percatarse.
     Bajó la cabeza un tanto abrumado. Y, para cuando la volvió a elevar, se encontró con esa cabellera turquesa parado a un costado suyo.

—Parece estar todo listo, ya podemos irnos—. Bonnie tembló con inseguridad al observar el exterior y el bullicio de gente que se amontonaba allí, su esposo lo notó—. Hey, estarás bien. Solo baja la mirada e ignora los micrófonos que te acerquen, ¿De acuerdo? Yo me encargaré—. Cuando tomó su rostro entre sus manos y el otro se apartó con brusquedad, supo que se había dejado llevar y sólo logró poner las cosas más incómodas entre ambos. Con temor, el menor en edad observó la expresión del peliviolaceo que se asemejaba mucho a una desconfianza y repulsión. Toció y se obligó a despejar su mente: estaban a punto de salir ante el público y no podían verlo con desánimo.

Bonnie fue el primero en salir para poder librarse de ese pesado ambiente aún cuando antes temía hacerlo. Fox le siguió pisándole los talones, no obstante, Ann —mejor conocida por su sobrenombre, Chica— se quedó a su lado y le tomó el hombro para intentar transmitirle su apoyo: cosa que agradeció en silencio. La observó salir y él la imitó instantes después.

(...)

En cuanto llegaron a su destino, el hombre de hebras moradas se dio la libertad de explorar con la mirada a la casa en la que se alojaria por algún indefinido tiempo. Cuando se enteró de que viviría con la pareja de casados en lugar de quedarse con Bon Smith no pudo más que sentir un gran alivio. Más, ahora, mientras el aludido dejaba un par de maletas dentro de la casa con actitud pesimista se vio a sí mismo avergonzado: por sentirse en confort lejos de su presencia mientras el otro parecía estarla pasando realmente mal.

—Muchas gracias por esto, de verdad—le oyó decir a la lejanía—. Creo que él se sentirá más cómodo aquí que estando...—Bon guardó silencio de pronto y, disimuladamente, lo observó, encontrándolo con una postura decaída que no era algo nuevo pero que continuaba revolviendole en estomago.— ¡En fin! Gracias de nuevo, cubriré los gastos y cualquier otro aspecto que se presente. Volveré cuando..., se verifiquen progresos. Pero no olviden llamarme por cualquier cosa, ¿Bien? Ah, y traten de no hablarle de mi si el psicólogo no lo solicita. No queremos alterarlo...

El hombre moreno continuó hablando, pero Bonnie decidió que ya había oído demasiado y se alejó con rapidez intentando no pensar en eso. La impotencia que sentía comenzó a transformarse en pánico. Ese tipo de ataques habían pasado a ser bastante frecuentes, tanto que ya sabía lidiar con ellos sin mayor problema. Bufó cuando consiguió tranquilizarse: todo indicaba que retomar su vida después de diez años —según su memoria, claro— no sería en lo absoluto una tarea sencilla. Existían veces en las que su frustración lo orillaba a dormir casi todo el día en un intento desesperado de huir de esa pesadilla que, para desgracia propia, era su realidad. Hoy parecía ser una de esas ocasiones, así que, apenas Bon se marchó, lo primero que hizo fue preguntar en donde dormiría. Chica pareció sobresaltarse y, con una infantil emoción, lo guió a una habitación cuya puerta se hayaba repleta de estampas coloridas. Y, en cuanto entró, sonrió en grande al ver una perfecta imitación de la alcoba que poseía a los diecisiete años, la cual era la edad en la que sus recuerdos estaban estancados. La edad que, a pesar de todo, aún sentía tener.

—¿¡No es asombrosa!?—exclamó la rubia—¡Bon la mandó a decorar para ti!—Fox la miró recriminante, puesto que decidió ignorar la petición que Smith había hecho minutos atrás. Sin embargo, Chica le restó importancia.

La ligera sorpresa pasó desapercibida y simplemente observó a los alrededores, conteniendose. No obstante, cuando se encontró solo, se acercó al buró y tomó una fotografía que reposaba allí: Se podía apreciar a un grupo de adolescentes. Bonnie se reconoció al instante y luego a las versiones más jóvenes del matrimonio con el que vivía. También habían otras dos personas que no logró reconocer, pero Bon no estaba por ningún lado.
     Suspiró y se dejó caer en la cama. Él había hecho todo eso solo por él...

Cerró los ojos, frustrado. Y, aunque lo intentó, ningún recuerdo de ellos dos juntos llegó a su mente, ¡Era una tortura! La sonrisa melancólica que el de hebras turquesas siempre le dedicaba llegó a su memoria, y con esa imagen mental, intentó dormir. Tal vez el día de mañana todo mejoraría.
    Antes de caer en brazos de Morfeo, pensó en él: ese hombre de piel morena que parecía amarlo. Esbozó una mueca positiva de forma inconsciente y durmió.

Al final de todo, parecía ser una buena persona.

❝Recuerdos❞ |Bon x Bonnie|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora