❝Recuerdos❞ |Bon x Bonnie|

07: Arreboles sempiternos.

Para cuando la risa burlesca de Fox se escuchó luego de abrir la puerta, tanto la rubia como Bonnie entienden a la perfección quién es la persona que acaba de llegar.

La extraña mezcla de adrenalina y lo bien que le hacía sentir ese simple hecho no hizo más que confundirlo y ponerlo aún más nervioso sin saber el porqué.
     Había pasado toda la mañana buscando algo que ponerse, puesto que, de cierta forma, tenía la necesidad de hacerlo. Figuraba una torpe adolescente buscando el vestido perfecto para asistir al baile escolar. No obstante, no era así, pues era un adulto de veintisiete años arreglándose para una simple visita de su esposo. Sin embargo, al final optó por vestir un simple conjunto de casa, abochornado ante sí mismo por el dilema injustificado que se acababa de armar.

Ann se había mostrado genuinamente feliz cuando le contó acerca de su quedada con Bon, información que no había tardado en expandirse como si de una cadena de periódicos se tratase, pasando por Fox, Freddy, Joy, y un montón de personas más, de seguro.
     En el fondo, admitía estar ansioso, pues lejos de que esa persona fuese su pareja-no-recordada, sabía de sobra que era un gran músico con quién comenzaba a llevarse bien después de todo aquel revoltijo de pensamientos que le obligaban internamente a mantenerse lejos de su presencia.

Se obligó a si mismo a dejar de pensar para acercarse al recién llegado en revelo del pelirrojo que se apartó de allí nada más al verlo acercarse. El Smith, apenas lo vió, le dedicó una sonrisa que Bonnie se esmeró en corresponder.

—¡Hey!—saludó—¿Ya podemos irnos?

—¿Irnos?—su confusión era veraz—Creí que nos quedaríamos aquí.

—¿Bromeas? ¡Se está mucho mejor afuera!—exclamó de forma energética. El peliviolaceo terminó por acceder a salir para luego anunciar que iría a cambiarse comenzando a darse la vuelta antes de ser tomado del brazo por Bon para evitar que se marchara—. ¡No tienes que hacerlo, luces perfecto así!

Él se quedó ahí, perplejo, sin decir nada, para cuando pareció analizar lo que acababa de decir, cierto tono carmín inundó sus mejillas. Y automáticamente con las suyas pasó lo mismo. Se separó con un movimiento brusco y Bonnie logró alcanzar a ver que se daba media vuelta mientras aclaraba su garganta de forma nerviosa.

Perfecto, el ambiente ya estaba incomodo y eso que la cita no había ni siquiera comenzado. Se quedaron en silencio un par de eternos segundos hasta qué un grito proveniente del interior de la casa lo rompiera.

—¡Oh, por amor a Dios! ¡Solo salgan y disfruten de su cita!

Chica le empujó hasta la salida. La miró con cierto aire de sorpresa a lo cuál ella respondió con una radiante sonrisa antes de ponerle su estuche de guitarra en las manos. Y sin decir más, cerró la puerta de la casa dejándolo afuera junto a Bon.
     Se atrevió a dirigir su mirada hacia él, viéndole despeinar, más de lo que ya lo estaba, su cabello turquesa, en un acto evidente de timidez. Sus labios temblaban, lo cuál le dio a entender que, por algún motivo, no podía formular palabras.

—¿...Nos vamos?—dijo por fin. Pero sin mirarlo.

—Claro...—se oyó responder con el mismo nerviosismo.

No obstante, la ligera sonrisa que le vió esbozar lo hizo sentir, de forma extraña, en tranquilidad. Con la mirada le sugirió seguir sus pasos rumbo a su desconocido destino, cosa que en un principio le resultó extraño, puesto que, por lo visto, los planes del menor era caminar en lugar de usar su auto como se hubiese esperado. Sin embargo, al cabo terminó agradeciendo ese hecho, sin duda era mejor estar así en lugar de encerrados en un ambiente estrecho en el que seguramente los momentos de desazón los harían sentirse acorralados.
       El reloj marcaba las tres y media de la tarde cuando ambos yacían el uno junto al otro, con auras de desconfianza y timidez, lejos de sus zonas de confort, sin nada que decir o, por lo menos, sin el tacto necesario para decirlo sin causar una nueva grieta entre ellos.