Erase una vez...

32 4 6
                                    

Ésta historia comienza con dos mejillas rosadas y una mente curiosa, de brillantes ojos en busca de la realidad. Una pequeña de seis años y estatura mediana, pelo castaño casi negro como el robusto tronco de aquel bosque al que nadie se acercaría, ojos de color marrón verdoso cual aguas de un pantano, dónde en lo más profundo habita la fantasía, le sobraban algunos kilos, pero según ella era de "huesos anchos". Sus intenciones en la escuela nunca fueron malas: aprobar las asignaturas, hacer amigos, no meterse en problemas...etcétera. A ella le gustaba un chico de su clase, se le podría describir como el típico fuck boy; tez blanca, cabello negro y ojos verdes, pero realmente era todo lo contrario. Como era predecible, tenía novia, era una compañera de su clase, así que nuestra protagonista decidió no entrometerse, lo último que quería era tener problemas.

Ocultar los sentimientos por alguien nunca es facil; aquellas miradas cómplices que recibía por parte del muchacho, el tiempo que pasaban juntos...mínimas pistas dieron a entender su romance, ahí fue cuando la noticia llegó a oídos de la maquiavélica novia. El rumor circuló tan rápido como la luz, sin que la joven se enterase salvo por aquella vez en la que un manotazo aterrizó en su mejilla  tiñéndose de rojo y su mochila salía disparada por una ventana junto a sus libros. Aquel día, la niña cambió.

Ya no era aquella que jugaba a la comba con sus mejores amigas, ya no era aquella que le ponía entusiasmo a las clases. Horas de recreo escondida entre libros de la biblioteca, una fantasía perdida en el pantano de sus ojos, una sonrisa fingida frente a sus familiares para evitar las razones de su oscuridad. Su día a día se convirtió en un infierno poco deseado, donde abundaban los golpes y los insultos, la joven se sentía minúscula, débil y vulnerable. Él la evitaba, era como si no pudiera hablarle. Pero ella sabía que nunca le había importado. Nunca fue real.

Lloraba. Lloraba de impotencia.  Ellos no conocían su verdadero interior; abandonó su timidez para atreverse a hablarles, tenía dificultades paea pronunciar algunas palabras con 'l' o 'r', amaba la música, aunque no cantara delante de personas puesto que insultaban su voz. Se dedicaba al baile desde los tres años, al ser tan callada, sus padres pensaron que sería una manera para que la niña se expresara. Flamenco. Hip-Hop. Bachata o incluso salsa fueron sus acompañantes a la hora de desahogarse. A ella le gustaba el ballet y la gimnasia rítmica, no entendía por qué su madre no la dejaba. Hasta que un día cedió, le dejaron probar una clase para poner a prueba sus cualidades, algo que ella odiaba, sólo quería bailar, no tenía pensado competir para ganar un trozo de oro que la felicitaba por acabar en primer puesto. Ese día...lo entendió todo. Fue como si varias primadonnas reunidas la evaluaran negativamente con la mirada. Se sentía como un bicho raro, no podía hacer los ejercicios por su sobrepeso. Se sentía...gorda. Se sentía como si no encajara en muchos lugares, o eso le hicieron sentir. Abandonó sus sueños para dedicarse a sus únicas opciones.
 
Intentaba  parecer fuerte y hacer como que no le importaba la mierda que la rodeaba. Nadie quería estar con ella, a veces, la profesora los obligaba, eso la hacía sentir culpable. Prefería la soledad a estár con alguien por obligación. Monstruo, la llamaban.

A veces se preguntaba cómo su madre no se daba por aludida cuando llegaba a casa con algún que otro moratón. Me golpeé con algo, era suficiente para que la creyera. algunas veces llegaba a casa con un ojo morado o con parte de la cara roja.

Con el paso del tiempo, fue cambiado radicalmente, dejó de llevar sus faldas vaqueras junto a su mochila de Tarta de Fresa, para sustituirlo por vaqueros que le marcaban las curvas y anchas sudaderas para ocultarse. Se volvió invisible. Mágicamente, empezó a perder el apetito, ganándose unas discusiones con su madre. Sus padres se divorciaron años después de que la joven naciera y apenas lo veía. Poco a poco sue cuerpo se fue haciendo más delgado, pero su mente estaba más dañada, aquella fantasía que abundaba en ella había desaparecido, o permanecía oculta en el interior de un baúl cuya llave se encontraba en el olvido.

Empezaron a llegar nuevos comentarios; Te veo más delgada, te ves...¿bien? Si puede decirse.
Prefirió no prestarles atención, no la merecían, se decía. Se sintió como un objeto cuando la nalguearon caminando por los pasillos, mucho más al descubrir que fue su Romeo soñado, no podía creer que lo hubiera hecho.

Más tarde empezaron los problemas familiares. Su abuela enfermó teniendo que hacerse diversas operaciones, ella era como su mejor amiga, su confidente. Era a la única a la que le contaba cómo se sentía y lo que soñaba. Su abuelo enloqueció repentinamente, incitando añ hermano de la pequeña a las drogas, le suministraba el dinero y, cuando no podía, su hermano le robaba sus ahorros. Pobre niña de mejillas rojizas bañadas por las cascadas de sus pantanos. Pobre niña silenciosa frente a un psiquiatra preocupado por su estado de salud.

Ella sabía como la palma de su mano que pronto llegaría aquel arco iris que la alejaría de la tormenta. Unos meses más tarde, terminó la escuela y aprovechó tal oportunidad para cambiarse de instituto.

Pudo ver algo que nunca había visto en los rostros de los que fueron sus compañeros los años anteriores; tristeza. Tristeza falsa. Podía ver las máscaras que llevaban, incluso miró a través de ella la sonrisa que ocultaban como si de muñecos se tratasen.

Hoy en día, nuestra protagonista ha crecido, estudia en un instituto que se encuentra a cinco minutos a pie de su hogar.  Hace gala de una perenne sonrisa, una verdadera sonrisa incompleta, ya que la fantasía de su interior sigue oculta. Ella ahora está sola, perdió a su confidente, a su abuela. La parca no se apiadó como para dejarle ver a su nieta cumplir sus sueños, le arrebató la vida de una forma muy injusta. Pero los cumplirá, por ella, se lo prometió antes de su último suspiro, sujetando su mano con fuerza rodeada de cuatro frías paredes de hospital. Podían sentir la presencia de la parca acechando a su víctima, pero ésta sólo la recibió como si de su amiga se tratase.

Padece de Osgood schlatter, cruel enfermedad a la que no le teme. Pues lo único que le impide es la movilidad total de su rodilla para el deporte. Algunos la consideran una especie de...guerrera. Ignoró su enfermedad para dedicarse al remo, dónde conoció a grandes personas que la marcaron en su vida.

No puedo decir que es feliz, porque sólo ha tenido, como ella lo llama, un parón para repostar antes de volver a sumirse en la oscuridad. Pero su mente estará preparada para soportarlo. O al menos, eso espera.

¿Les ha gustado la historia de esta chica? Déjenme decirles que esa chica...soy yo.

Mis pensamientos y mis emocionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora