Cinco

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You're so hot, teasing me
So you're blue
but I can't take a chance on a chick like you
That's something I couldn't do
There's that look in your eyes
I can read in your face
that your feelings are driving you wild
Ah, but girl you're only a child
Well I can dance with you honey
If you think it's funny
Does your mother know that you're out

Tenía que alejarse de Louis, lo sabía. No alejarse en el puro sentido de la palabra, no físicamente, ni por completo, más bien alejarse de la idea que lo proponía como un posible interés amoroso. Louis era inaccesible y eso era lo que lo hacía más tentador. Era la manzana y la serpiente al mismo tiempo. Se balanceaba con inocencia de la rama más frágil, y a su vez le susurraba palabras subidas de tono para persuadirlo a morderla.

Los últimos días, había evitado usar el wifi que compartía con sus vecinos, de hecho, ni siquiera se atrevía a encender su computadora por miedo al spam de páginas triple x; pero este era su último fin de semana libre antes de que comiencen las clases y pierda su libertad entre medio de ensayos y tareas. Asegurándose de estar conectado a su propia red, la que la compañía de internet tan amablemente se había decidido a instalar, se adentró en la vida nocturna de la ciudad, leyó recomendaciones de bares y calificaciones de usuarios. No podía aparecer así como así en un bar lgbt, tampoco encontró ninguno, solo un club cuyo público sin duda eran jóvenes y adolescentes con identificaciones falsas.

Un poco frustrado ingresó a su gps las coordenadas de un lugar llamado "Marvel", en las fotos se veía iluminado por carteles de neón y lámparas de luz amarilla, se ofrecían aperitivos tanto como bebidas, y las criticas le daban cuatro estrellas. Era decente; nada comparado a los antros temáticos y oscuros que tanta fama tenían en Manchester, donde tranquilamente se podía manosear con los rincones con alguna conquista sin nombre, pero cumplía con su propósito de limpiar la imagen de Louis rogándole que se baje los pantalones.

Tomó una ducha, y se aseguró de dejar todo listo para que Rhiannon no necesitara nada en su ausencia, el roedor estaba nervioso como cada vez que se Harry se marchaba sin llevarlo con él. Frunció la boca al abrir su armario, no sabía si en una pequeña ciudad como esta entenderían sus camisas coloridas, ni sus trajes estampados, muchos menos sus botas de taco. Suspiró, y pensó que de todos modos debía plantar la duda de su sexualidad esa noche, es decir, podría usar un vestido rosa y aun así disfrutar acostarse con mujeres, la ropa no significaba nada; pero era soltero, no le importaría llevarse un tipo a casa.

Su cerebro sufrió un pantallazo de ojos azules.

No, suficiente.

Escogió una camisa roja de seda y unos jeans negros. Siempre había sido débil por las prendas de diseñador, y los mocasines Gucci con un arcoíris en el frente eran su nuevo tesoro. Se los calzó con una sonrisa en el rostro y apenas se arregló el cabello, su nuevo corte se comenzaba a acomodar y temía hacer un desastre si trataba de modificarlo. El anillo de rubí que su madre le había obsequiado combinaba perfecto con el color de su blusa.

Dejó la televisión encendida para que su mascota se sintiera acompañado, y se trepó en el asiento de su auto, las ventanas de la residencia Tomlinson desprendían un brillo anaranjado en la planta alta, pero ninguno en la baja, para el vecindario era hora dormir, para Harry era hora de divertirse.

El bar era exacto como se veía en fotos, incluso se atrevería a decir que era más amplio y vivaz ahora que estaba aquí. La música no se alejaba de los hits del momento, conocía algunas canciones por la radio. Había mesas donde grupos de amigos compartían fuentes de papas fritas, rabas o pizza, todo junto a enormes jarras de cerveza y risas escandalosas. En el segundo piso las rejas del balcón dejaban ver un amplio salón de juegos, con arquería, dardos, pool y demás desafíos de destreza. Nunca había pertenecido al equipo de los deportistas, ni antes ni después del acontecimiento que marcó su vida, en el cual era mejor no pensar.

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