Seis

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And I'm off to the races
Cases of Bacardi chasers
Chasing me all over town
Cause he knows I'm wasted,
Facing time again at Rikers Island
And I won't get out
Because I'm crazy, baby
I need you to come here and save me
I'm your little scarlet, starlet
Singing in the garden
Kiss me on my open mouth
Ready for you

El sol todavía no había asomado cuando despertó; el cielo tenía el color característico del alba, ese celeste sucio que tanto odiaba, como si la noche insistiera en permanecer en control. Se revolvió el cabello con pereza y miró el reloj, eran las seis en punto.

En el sillón junto a la ventana, el traje que había preparado con anterioridad lo esperaba con el patrón de la tela oculto por la oscuridad. Rhiannon dormitaba con los bigotes temblando y el pelaje aplastado. La alfombra le hizo cosquillas en las plantas de los pies, frunció el ceño ante la camisa del atuendo, estaba pensando en si una remera pasaría por debajo del código formal del instituto cuando lo distrajo el brillo anaranjado de la ventana opuesta. Sea quien fuese el dueño de aquella habitación, ya estaba levantado.

Tiró del cordel del cortinado quedándose semidesnudo frente al cristal. No podía explicar qué era lo que lo atraía tanto de aquella falla en la arquitectura de ambas casas, en esa coincidencia que le quitaba su privacidad, en aquel resplandor que titilaba hasta altas horas de la madrugada, pero sin embargo ahora estaba ahí desviando la atención que debería estar poniendo en el cumplimiento de su rutina, en no llegar tarde a su primer día de trabajo. Chasqueó la lengua.

Harry, focalízate.

Tomó una ducha rápida y se cambió; el pantalón y chaleco a juego le alcanzaban para que sus camisas puedan descansar en las perchas del closet. A pesar de lo que Louis pensara, o dijera, Harry no era rígido, muchos menos en su elección para vestirse.

¿Por qué estaba pensando en Louis a esta hora de la mañana?

Preparó el usual desayuno sano y nutritivo al que su cuerpo tan bien respondía, sabía que el primer día de clases siempre le demandaba más energía de la habitual. Rascó detrás de las orejas de Rhiannon por última vez y luego tomó su maletín. Suspiró profundo mientras daba la segunda vuelta de la llave.

•••

El instituto se veía desde la otra calle, era un edificio de formas puntiagudas y techos grises, la fachada parecía antigua pero no había perdido el característico color de los ladrillos, se levantaba en medio de un parque enorme, con hectáreas de césped tan meticulosamente regado que podría pasar por las alfombras sintéticas que vendía en los viveros que solía visitar. Una fuente, con una estatua de Poseidón que blandía un tridente, se hallaba en centro del patio delantero, obligando a todo aquel que quisiera ingresar a rodear el circuito a su alrededor. Las rejas protegían el colegio como si fuera un palacio real, tenía tres niveles y ventanas altas de marcos oscuros; hortensias violetas, de esas que casi son azules, adornaban puntos estratégicos del paisaje como los costados de la parte frontal. El campus estaba hasta el tope de gente y de automóviles. Las escuelas donde solía enseñar siempre habían sido públicas, a lo máximo que podía aspirar era a que la máquina de café no estuviera averiada. Alzó las cejas al notar la cantidad de autos de gama que hacían cola para estacionarse dentro del perímetro. Sabía que los profesores tenían una cochera reservada, sólo debía dar la vuelta e ingresar por el acceso este.

El tránsito avanzaba con un ritmo que hacía perder la paciencia, los motores rugían desesperados por acelerar y las bocinas no tardaron en hacerse eco. Desconectó su celular del estéreo porque no necesitaba sumar más ruido a la situación y se dispuso a juntar sus cosas para entretenerse con algo, el acto de bienvenida no tardaría en comenzar. Tenía un mensaje de su madre deseándole un buen inicio, estaba por redactar una respuesta cuando un el auto frente a él se movió, cambio la marcha y por un segundo creyó que lograría pasar por el estrecho espacio disponible, pero una camioneta frenó a centímetros de estrellarse contra su puerta de copiloto; el impacto lo aturdió. Levantó la cabeza para disculparse con quién conducía y el mundo se transformó en un remolino a su alrededor, su choche había quedado atravesado entre un Alfa Romeo... y el BMW de los Tomlinson.

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