Capitulo 4

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Ahora no podemos salir. Astronautas han quedado atrapados en agujeros negros y jamás han vuelto a la Tierra. Se dice que una vez que entras en uno de estos no puedes salir; ni para arriba, ni para abajo. Pero no se sabe que hay adentro de él. O sea, los que no llegado a entrar no saben.

  Una gran bola anarjada, que conectadas a ella estaban muchas naves. Un planeta completamente desconocido ante mis ojos. Un planeta que solo algunos astronautas habían conocido. Eso era lo que pasaba detrás de los agujeros negros del espacio.

  Nos acercamos a aquella inmensa bola anarjada y permanecimos debajo de ella. Debajo de una de aquellas grandes naves que de lejos se veían pequeñas. La luz verde-azul salió de la nave que estaba arriba y nos rodeó. Nuestra nave se elevó y entró por una puerta.

  Un lugar lleno de naves de diferentes formas. Algunas eran parecidas, pero ésta era la única así. Parecía una mano hecha de hielo con muchos dedos muy delgados aguantando una bola de cristal. El centro de esta bola era verde-azul. Esto parecía un estacionamiento de naves. Era muy grande.

  Salimos por una puerta invisible que había en una de las paredes de la nave. Brandon agarró la mano de Brenda muy fuerte mientras miraba todo a su alrededor. Tenía los ojos estacados. Leilani agarraba la mano de Eulogio. Yo pensaba que estaba asustada. De hecho para mi mente yo estaba asustada. Pero en realidad no. No me sentía cohibida, ni tímida. Era todo lo contrario.

  Nos quedamos allí como esperando algo. No se que. Quizas apareceríamos en otro lugar de tan solo pensarlo. Pero no se. Miré para arriba. El cristal dejaba ver todo el espacio. Me quedé contemplando el Universo. Vi unas naves disparandose. Eso llamó mi atención. Mientras aquellos estaban en batalla, alrededor habían varias estrellas fugases, diferentes destellos que jamás había visto y otras cosas raras. Esto me recuerda los video juegos de las naves en el espacio que se disparan y tienes que evitar que no te disparen. En esos momentos apareció un carro frente a nosotros. Por mi gran distracción no lo vi. Nisiquiera hizo ruido al llegar, o yo no lo habré escuchado.

   - Kriss! - llamó Brenda - Nos vamos. -

Enseguida la miré y coloqué mi vista en el curioso auto. Era pequeño. Toda la parte de alfrente era de cristal y atrás de metal. El metal estaba pintado de color negro.

  Nosotros no vamos a caber ahí. Es damciado pequeño, pensé. No mencioné nada de lo que estaba pensando. Ellos deben de saber lo que hacen. Quizas vendrá otro auto.

  Se montó mi madre; se montó mi abuelo; se montaron Brandon y Leilani; se montaron los que estaban en la nave (que eran como doce). Me quedé paralizada por unos segundos. No podía ser que cupieran todos. Fruncí el entrecejo y me toqué mi corto y negro cabello. Luego procedí a caminar hacia allá para montarme en el pequeño-espacioso carro. Cuando me asomé por la puerta, me encontré con que parecía una limusina pero más grande. Tenía el techo alto, en el medio una mesa. Había mucho espacio y hasta tenía baño.

  Me tocó sentarme frente a Randall. Eso me puso nerviosa. Cuando él me miraba, yo miraba para la ventana y cuando yo lo miraba, él miraba para la ventana también. Después estuve todo el ligero camino mirando hacia afuera. Mirando el nuevo mundo que me esperaba. Un mundo parecido al mío, aunque hasta ahora no veía algo verde. El auto iba super rápido pero no se podía sentir. Lo notabas si mirabas el paisaje de la ventana correr y correr muy rápido. Pasamos por algo parecido a una urbanización. Con bellas y grandes casas. Con preciosos jardínes que parecían metal colorido. Las casas se parecían a las de nuestro mundo, pero gigantes. Eran del color del anochecer. Ese bello color anaranjado. Diferentes tonos anaranjados. Desde lejos pudiera paracer cuando el sol se esconde detrás del horizonte.

  El auto se estacionó frente a una de estas casas metálicas. La puerta se deslizó sola. Saqué mi pie y asomé mi cabeza. Luego salí. Esperé observando todo en lo que los demás salían del auto. Fronsian nos condujo hasta la puerta de la casa. Esta tenía una pantalla táctil arriba de la cerradura. Fronsian puso un código y la puerta se abrió sola.

  Quedamos imprecionados con la casa. De un solo piso. Era parecida a las casa de los extraterrestres que salen en nuestras películas. Aunque también parece humana. Tiene muchas habitaciones. Habitaciones de juego, de ver televisión, una biblioteca, habitaciones de dormir, etc. Hay habitaciones para cualquier tontería, incluso hay una exclusivamente para escuchar música. Las habitaciones estan de sobra.

  La familia entró a todas las habitaciones esperando encontrar a mi abuela en alguna de ellas. Buscamos, buscamos y buscamos. No encontramos nada. Nos decepcionamos al no verla allí.

   - ¿Pero en dónde está Sara? - preguntó mi abuelo un poco decesperado

   - Uno de mis chicos la está investigando. Le vamos a hacer unos examenes. También queremos estar en la religión cristiana y Sara es muy buen ejemplo del cual podemos aprender. - respondió Fronsian

   - Escogieron bien, en cuanto a la religión. - opiné

   -   La escogí porque hay muchos humanos en esa religión... y porque se ve más real que las otras. - dijo Fronsian y se quedó un poco pensativo

Yo interrumpí cualquiera que fuera su pensamiento.

   - Es la única real. - dije con un poco de arrogancia

   - Si por eso digo. - arregló

   - ¿Y no podemos visitar a mi abuelita? - preguntó Leilani con miedo escondiendose detrás de Eulogio

   - Por ahora tiene que estar aislada, - respondió Fronsian - para que nos  cuente todo. - culminó con dulzura hacia la atemorizada niña

  Fronsian nos explicó algunas cosas sobre la casa y sobre los códigos de cada objeto. Hay un panel detrás de algunos cuadros que dice los códigos. Luego se fue, pero dejó afuera a cuatro de sus trabajadores vigilando la casa. Uno de esos cuatro era Randall.

  No podía dormir. ¿Quién puedee dormir si le pasa algo así? Nadie. ¿Y quién puede dormir pensando en un chico tan bello? Nadie, solo un hombre heterosexual y una mujer gay. Aunque tampoco. El hombre heterosexual se convertiría en gay y la mujer gay, en heterosexual. Contaba cada vuelta que daba en la cama para ver si podía agarrar el sueño y no dejarlo ir hasta la mañana siguiente.

  Sesenta vueltas. Sesenta y una vueltas. Ya perdí la cuenta.

  Con todo el miedo que tenía, salí para fuera a "coger aire fresco" y por "casualidad" me encuentro con el prospecto. Le dije hola y él no me respondió. Hizo como si no me hubiera visto.

   - ¿Eh? - dije - ¿ Qué te pasa? -

   - Cuando estoy en mi trabajo no puedo hablar. Déjame hacer lo que tengo  hacer. - dijo con arrogancia

  Me enojó mucho en la forma en que me habló. Incluso me avergonzé. Sentía como si me estuvieran apretando la cabeza muy fuerte. Aunque nisiquiera lo conocía, me molestó eso muchísimo como si alguno de mis amigos me hubiera tratado mal. Lo miré conmi mirada indiferente como si no me hubiera importado, como si me diera igual si me habla bien o mal. Caminé alrededor de la casa. Mirando a los alrededores y atenta a cada ruido. Llegué a la puerta de entrada; antes de entrar miré los alrededores a ver si veía a Randall, pero no lo vi.

  Me dirigí a la cocina. Tomé un poco de algo que supuestamente es agua. Sabía a jugo de fresa y kiwi. Después me fui a dormir.

GartianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora