CAPÍTULO 2

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La plaza iluminada con luces  amarillas entre los cuales resaltan las luces blancas, dejan a relucir una gran cantidad de personas andando por los enormes corredores observando entre las tiendas que se han instalado, comiendo, bebiendo, jugando, y sin más, disfrutando de ese momento. Los adoquines vinos que adornan todo el derredor de la gran manzana se vuelven blancos a medida que te acercas al centro del lugar para finalmente encontrarte con un círculo que juega con toda clase de colores dando forma a un sol. Sobre el costado izquierdo se puede observar una torre de al menos cinco metros de alto fabricada con bambú y atada con algún material especial. Desde las puntas que tocan el suelo hasta la cima, fuegos artificiales de diferentes tamaños y formas ocupan un lugar específico en la torre para iluminarla cuando la luna se torna roja.

Adentrarse bien en la plaza es complicado debido a la multitud de personas que asisten. La celebración no solo la llevan a cabo los residentes del lugar, sino también otros visitantes. Gala me sujeta de la mano y juntos nos escabullimos entre los cientos. Tomo paso primero haciendo espacios que nos permitan movernos entre las personas, al otro lado de donde nos encontramos se alza una estatua tallada en mármol de un hombre que marco la historia de este lugar, su nombre era Henrry Emmastian. Sobre el lado derecho e izquierdo de la figura se expanden dos jardines sumamente bellos. Toda la plaza tiene diferentes secciones de jardines y cada uno cuenta con una cantidad exacta de árboles. Cuando los drones la sobre vuelan y capturan fotos, puedes observar cómo se forman triángulos alrededor del sol, es como si estuviera emanando luz. Luz verde. Llegamos hasta el monumento de mármol y nos movemos con mejor libertad por uno de los corredores en donde las personas transitan menos. Por alguna razón, muchos prefieren caminar con la multitud por los corredores exteriores de la plaza, los corredores que le dan la forma de un enorme rectángulo. Gala suelta mi mano y yo suelto la suya, se acomoda un poco el abrigo que trae puesto y cruza los brazos mientras caminamos para después poder soltar sus primeras palabras cuando de camino en el auto, no dijo nada en absoluto.

—Lamento aparecerme por tu casa sin avisar —. Su carácter sutil se puede apreciar en su habla.

— No tienes por qué preocuparte. Realmente me sorprendió escuchar tu nombre cuando mi padre lo mencionó.

—Debo imaginármelo. No he estado en tu casa muchas veces y menos sola -. Las luces por este lado de la plaza se tornan amarillentas. Uno de los jardines termina junto a Gala y da lugar a un pequeño kiosco blanco de luces coloniales.

Hago un gesto de duda y meneo un poco la cabeza deduciendo que lo que ella ha dicho es cierto. –En estos días. Continua. No me he sentido muy bien, quiero decir, no es que este enferma o algo parecido, es con respecto a Diego. –Pienso en porque ellos han decidido escogerme a mí como el oyente para sus problemas.

—¿Qué es lo que sucede? –Digo sin más.

—Temo de que nuestra relación se termine. He notado un ligero desinterés en él, y la mayor parte del tiempo está enojado. Siempre ha sido una persona bastante limitada en sus sentimientos, sabes. Pero, ahora creo que se abstiene de sentir algo realmente. Podría ser la falta de interés y de amor de sus padres lo que le hace daño —guarda silencio un momento—.  O es que yo ya no le gusto.

La observo el rabillo del ojo en el momento en que ella baja la mirada. Me pregunto si ha comenzado a llorar o solo quiso esconder la vista por un momento. Su cabello desgreñado cuelga por encima de sus hombros y me limita a ver su rostro. No se trata de una chica que descuida su apariencia, el alboroto en su cabellera es un simple peinado de moda. A pesar de que es una chica fuerte, y de vestir de forma especial, puedo sentir que se ha desmoronado por dentro tal y como Diego me hizo creer esta tarde en el parque.

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