LA SERIE CAZADORES

CAPÍTULO 3

Abro los ojos repentinamente. De la misma forma en que los abres cuando estas durmiendo y recuerdas que has olvidado algo importante, la diferencia es que no he olvidado nada. No tengo ni el menor sentir de sueño, me siento activo y sobre todo, listo. Me incorporo un poco sobre la cama y observo a través de mi ventana, aún es muy de mañana. Esta oscuro. Me siento sobre el borde y pienso en que podría hacer a esta hora de la mañana. El auto que nos va a llevar nos recogerá en el centro de Cóliar, una ciudad un poco más grande que la mía cerca de las 13 horas así que tendré que esperar. Siento acelerado el corazón, estoy muy ansioso.

La noche anterior después de ver la torre iluminarse, busque a mis padres cerca del monumento de Henrry, de camino conseguí hablar con Harold y Gaabriel dos de mis mejores amigos. Después vi a Diego marchándose con dos chicas, les reconozco de lejos, son buenos amigos. Finalmente encontré a mis padres y decidimos volver a casa tan pronto como estuvimos juntos. El tráfico se volvió una pesadilla, había demasiadas personas cruzando las calles u otras tantas conduciendo sus autos. Al llegar a casa me fui directo a mi habitación, estaba completamente cansado y quería estar descansado lo suficiente para el siguiente día. El reloj de pared marcaba la primer hora de la mañana, para este momento solo han pasado cinco horas. Está todo listo en mi mochila y verdaderamente no hay absolutamente nada que pueda hacer. Me lavo la cara y cepillo mis dientes, después reviso por última vez mi equipaje para comprobar que no necesito nada más. Me visto, y decido dar una caminata por las calles. Abro las ventanas y siento entrar una corriente fría de aire. Visto ropa que me abriga pero también que me permite tener comodidad y libertad para trotar si así lo decido.

Salgo a la calle, el frio aquí es mayor. Comienzo a caminar colina arriba por las casas de las personas adineradas. Todo el camino está iluminado por el alumbrado público, siento como mi vestimenta comienza a sentirse mojada. Se siente frio, no mojado. Más bien, húmedo. Camino tres calles en línea recta desde mi casa y giro a la derecha donde se encuentra un parque no muy grande, de hecho, no pierde el tamaño que traen las casas. Al menos ocupa el tamaño de dos casas promedio. Sigo caminando. El cielo que hace algunos minutos era oscuro ahora ha conseguido un tono azul parecido al tono de la ropa que traigo puesta. Doy un par de vueltas más y consigo llegar a la calle Primavera. En realidad, son casi cuatro calles donde han crecido árboles que producen flores amarillas y otras rosas, como también blancas y moradas. Para este entonces, los alumbrados se han apagado y el cielo se ha vuelto gris. Esperaba que fuese un día claro pero me he equivocado. Hace un mal clima. El frío no se ha ido, todo lo contrario, ahora es más intenso. Los arboles están en flor en esta temporada, de ellos se desprende un olor muy agradable a miel. Unas cuadras antes de llegar puedes sentir ese olor en su estación. Camino solo tres calles de Primavera y doy vuelta nuevamente a mi derecha. Esta vez, tengo la intención de volver a casa. Aproximadamente estoy a unas quince calles de donde vivo.

Cuando llego a casa mi madre ya ha servido el desayuno, mi padre ya ha tomado su lugar en el comedor, después yo le hago compañía mientras mi madre prepara jugo de naranja. En el momento oportuno conseguí llegar a casa. Por primera vez en mucho tiempo tendremos un desayuno familiar.

—Josh ¿Puedes alcanzarme tres vasos? —Mi padre se levanta y saca tres vasos medianos del portador de vasos. Mi madre comienza a servir el jugo a cada uno de nosotros.

—No parece ser un buen día, ¿cierto? —noto en la voz de mi padre un poco de ironía–. Háblame un poco de tu viaje.

—El auto que nos llevará hasta el lugar nos va a recoger en Cóliar pasado el mediodía —comienzo—. Es por eso que tendremos que partir antes de aquí. Tomaremos un AP para llegar y después tendremos que esperar en el centro.