XIX El lugar perfecto para volver a empezar.

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—¿Qué sucede?—Peter me habló preocupado. La verdad es que había olvidado su total existencia al ver a Harry, hace tanto que no lo veía y ahora él estaba cruzando la acera, tan cerca de mi, con un ramo en la mano. Venía en mi dirección, pero al verme en otros brazos simplemente se quedó mirándome, sin más.

Me paralicé.

—Yo, nada, nada—balbuceé, quería correr hacía a Harry, preguntarle dónde había estado todo este tiempo, por qué me había abandonado de esa manera, por qué no volvió a hablar conmigo, pero no podía hacerlo. Como dije antes, él se alejó de mí por más de dos meses, y ahora simplemente volvía esperando que lo recibiera con los brazos abiertos...

No. No mientras no obtuviera una explicación de su parte.

—¿Entramos, Anabeth?—sugirió Peter, era lo mejor. Además, estaba tan retrasada para la clase muestra de esta tarde.

Penny, sin embargo, siguió viniendo a clases en este lapso de tiempo y entonces comprendí el porqué de muchas cosas. Tal vez ni siquiera venía a verme a mí. Pero qué tonta, venía a la clase muestra de su hija, y por eso las flores!

Realmente me sentía tan ridícula ahora, pero ese no era un buen sentimiento, así que simplemente lo olvidé.

Dejé a Peter en uno de los asientos y fui al salón por mi grupo de pequeñas bailarinas.

—¡Niñas! ¿Están listas?—dije en cuanto entré.

—Si!—corearon, las invité a salir e ir al foro contiguo. Todas lo hicieron menos una, Penny tenía desatadas las zapatillas y tenía dificultad al atarlas, así que no pude evitar ayudarla.

—¿Te ayudo?—Pregunté y ella asintió avergonzada—Recuerda, primero pasas el listón derecho, le sigue el izquierdo encima, que den unos giros en tu tobillo así y termina en un pequeño moño—le dije, haciendo la atadura. Me sonrió.

Era tan idéntica a su padre, su sonrisa conmovía.

—Gracias señorita Greyden—me dijo y salió corriendo para alcanzar a las demás. La seguí segundos después.

Iba tan deprisa que no miré al frente y choqué con la espalda de alguien.

—Lo siento—me disculpe y seguí caminando.

Había sentido algo extraño en ese toque y al introducir mi mano en el bolsillo de la gabardina, hallé una nota. Por instinto mi corazón dio un brinco. Sabía la procedencia de esa nota.

¿Puedo por favor robarte unos minutos después de la función? Iré por ti.
Styles.

Mis piernas flaquearon un nanosegundo y mi estómago se revolvió. Quería gritar de la emoción, literalmente como colegiala, pero tenía que ser más inteligente y no emocionarme con esto, no me iba permitir sentir nada por él hasta no obtener la verdad.

Guardé la nota.

—¿Preparadas, niñas? Den lo mejor de sí, déjense llevar, guíense con la rutina, sientan la música y brillen. ¿De acuerdo? Éxito, pequeñas—les dije y la música comenzó a oírse en los altavoces.

Era una pequeña rutina de expresión corporal, quería que ellas como futuras bailarinas experimentaran con su cuerpo libremente, las sensaciones y el manejo de sus emociones a través del movimiento. Sólo les di unos cuantos pasos, y colocación en el escenario, lo demás dependía de ellas.

Miré al rededor, madres llorando, padres grabando y en el frente vi a Harry junto a su hermana, madre y algunos amigos al parecer. Las lágrimas resbalaban por sus mejillas, ojos rebosantes de orgullo.

Nada me resultó más satisfactorio que eso.

—Usted a hecho tan buen trabajo, nos gustaría hablar con usted sobre algunas ofertas de trabajo, la buscaremos más tarde—me decían algunos directores de diversas instituciones, yo tenía tantas ganas de llorar, de emoción, de todo.

Zayn había estado conmigo un momento, pero había tenido que irse, Peter estaba junto a mí pero no se sentía igual. Necesitaba algo más.

—¿Puedo hablar con usted un momento, maestra Greyden?—Oí su voz a mi espalda.

—Por supuesto—tartamudeé—ahora vuelvo.—dije a Peter y demás personas a mí al rededor.

Seguí a Harry detrás del escenario, en el camerino. Me intrigaba tanto saber que tenía que decir.

Se detuvo y sólo se quedó mirándome a los ojos, mientras poco poco se formaba una sonrisa en su rostro.

—¿Vas a decirme por qué...

No terminé la frase porque otros labios apresaron a los míos. Era tan bienvenido, tan necesario. Lo extrañé, y no me había dado una idea de cuánto hasta ese momento.

—Te extrañé—dijimos los dos al unísono cuando nos separarnos solo un poco.

—Anabeth, yo fui cobarde aquella vez que te dejé en tu departamento. Debí haberte confesado que estaba perdidamente enamorado de ti, que si me querías, me tomaras porque estaba dispuesto a estar contigo, pero no me atreví, fui cobarde, pero ahora he vuelto por ti, siendo alguien mejor—confesó Harry con  algo de desesperación, yo sólo lo abracé.

Pareció que estos meses yo resguarde el cariño que le tenía a este hombre, todo ese amor que le tenía y ahora, era el momento de dejarlo salir, de nuevo, a borbotones porque él me quería a mí y yo a él más que a cualquier otra cosa.

—Valió la pena la espera, cada palabra que dijiste fue música para mis oídos.

—¿De verdad?—él me preguntó con la sonrisa más angelical en el rostro.

—Sí. También estoy perdidamente enamorada de ti, Harry—Sonreí abiertamente, y él me besó.

No había mejor momento que ese, solo él y yo, nada entre los dos.

—¿Me quieres Anabeth Greyden?

—Te amo.

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¡Hola, gente!
He decidido terminar la historia de la mejor manera, y espero que les agrade. Algo sencillo, pero con mucho sentimiento y bien merecido para ambas partes. Gracias por la espera, y el seguimiento de la historia. ¡Nos vemos en el epílogo! 🙈💓

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