III. Te hiciste indeleble

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       Hoy, nuevamente no estás. Nuevamente pero es la misma historia, figurita repetida, ¿quién no se lo esperaba? vos yéndote y yo quedándome en casa, encerrado en mis pensamientos, esclavizado por mi imaginación.

       Eras la mano que me ayudaba a salir del pozo de la locura, la fantasía, el cinismo; pero ese era el problema, eras la única mano, ¿qué iba a hacer cuando de verdad de fueras?
Y bajo la mirada para pensarte un poco más.

       Tengo las manos entrelazadas y apretadas, la música demasiado suave y el deseo, la necesidad, demasiado latente.
No vale la pena intentar alejarme de tu recuerdo, de tu existencia, y llenar ese vacío con otras personas, porque ninguna lo logra. Lo mejor que puedo hacer por el momento es inspirarme en tus memorias para seguir actuando normal. Actuando.

       Vacío el vaso y lo apoyo en el escritorio. Todavía tengo sed de tu palabra, podría imitarla pero nunca igualarla. Porque la gracia de tenerte era que dijeras todas esas cosas que eran especiales sólo porque vos las decías.

       Pero hoy no estás, como muchas otras veces ya; demasiadas para mi adicción a tu calma.

Acá tenés mi espírituDonde viven las historias. Descúbrelo ahora