V. Tu calma sigue estando ahí

15 1 0
                                    

       Esta tarde de verano tu nombre no resuena en mi cabeza, las paredes de mi mente ya no le hacen eco a tu recuerdo.
       A decir verdad, me da un poco de lástima tener que decirle adiós a la importancia que te daba, siento que con ella se va una parte de mí. Una parte que nunca estuvo en mí sino en vos.

       ¿Cómo podría haber pensado en un pricipio que todo iba a terminar tan distinto? Tal distante de lo que había imaginado.
       Creo que fue cada una de tus palabras las que domaron el futuro y lo acomodaron a tu gusto.
       ¿Podría ser que vos hubieras planeado esto para mí? Esta revolución de pensamientos.
       Quizás más adelante lo sepa.

       Tu calma sigue estando ahí, donde siempre estuvo, inatrapable como el viento pero tan estable como el suelo que pisamos.
       Me provocás envidia y admiración, pero aún así no quiero ser como vos.
       Yo ya domé mi forma de ser, y sería un desperdicio tan grande cambiarla por un deseo imposible. Porque nunca voy a poder ser como vos, aunque quisiera.

       Es cierto que a veces siento que me caigo y me haría tan bien que estuvieras ahí para sostenerme solamente con tu presencia, pero tengo que aceptar y asumir que todo cambia, que el tiempo siempre tiene la razón, y todas esas pavadas que dicen pero son ciertas.
       Ya no es un deseo, ahora es la necesidad de avanzar y crecer. No vas a estar siempre a mi lado.

       Creo que estas cartas sin nombre de destinatario van a terminar por acá, sin saber siquiera si alguna vez las leerás o yo te las leeré, si voy a seguir escribiéndo de vos o a vos.
       Lo único que sé es que siempre vas a tener un rincón en mis pensamientos, sentite en comodidad ahí y visitame la mente cuando quieras.

       Sin más que decir, gracias por prestarme calma.
       Cuando quieras te la presto yo.

Acá tenés mi espírituDonde viven las historias. Descúbrelo ahora