El chico de ojos celestes no sabía como contactarse con el chico que firmaba como H. S. Las preguntas azotaban la cabeza del mayor: ¿de donde conocía al chico? ¿Cómo lucia? ¿Que edad tenía? ¿Compartían alguna clase? No tenía respuestas. Sólo tenía la escasa información que él le proporcionaba en las hermosas y significativas cartas que le escribía. Louis sonrió durante todo el entrenamiento debido a otra de esas cartas, una que le hizo el año entero.

“Hola, Louis.

Mi mejor amiga me aseguro que recibiste mis cartas, ¡estoy saltando de alegría! No podía creerlo. Incluso me dijo que hablaste con ella sobre la canción que te recomendé. ¿Te gustó tanto como a mí? Rayos, ahora mismo tengo una tonta sonrisa, una enorme. Me preguntaba si tú... No lo sé, ¿quieres conocerme? A mi me encantaría que habláramos frente a frente, oír tu voz decir me nombre. Dios, hablo como una colegiala. Mejor me detendré aquí, ten una semana genial.

Atentamente tu admirador secreto:

H. S.”

Louis sentía que ese chico era realmente tierno y dulce, podía descifrarlo por la manera en que se expresaba con las palabras. Su mente explotaba de felicidad porque tenía una pista sobre él; sabía que había hablado con una de sus amigas. El mayor sabía que sólo le había comentado a cinco personas sobre la canción que él le había recomendado y ese escaso grupo solo incluía a una mujer. Quizá estaba más cerca de conocer a el chico de lo que imaginaba.

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—¡Me interrogó sobre ti! —exclamó con entusiasmo la pelinegra.

—¿Hablas en serio Cara? —preguntó el chico rizado con sus mejillas totalmente encendidas y una gran sonrisa con hoyuelos incluidos.

—Totalmente. Me dijo: “sé que conoces al chico que me envía las cartas. Dime su nombre, necesito saberlo”.

¿Se lo dijiste? —el corazón del pequeño latía con fuerza, no sabía si estaba preparado para conocer a ese ángel.

—¡No! Tú me dijiste que no estabas listo, ¿Recuerdas? Solamente le dije que eras un chico realmente hermoso con hoyuelos —dijo la pelinegra con una sonrisa y tocando las mejillas del chico, justo donde los hoyuelos se marcaban.

—Dios —el pequeño se dejo caer sobre el colchón, estaba demasiado felíz. —¡Él quiere conocerme!

Y Harry también deseaba hablarle pero... ¿Estaba listo?

Cartas Al Chico De Ojos Celestes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora