Era un partido sumamente importante para Louis, estaban jugando contra el mayor rival de la escuela. Se sentía algo estresado por ello, no se había podido concentrar durante todo el día, sus profesores lo habían reprendido por ello. Ahora, a una hora del partido, se encontraba entrenando y gritando como desquiciado cada vez que algún jugador cometía un error. El chico de ojos celestes necesitaba de algo para aliviar la carga que estaba sobre sus hombros.

La pequeña y escurridiza pelinegra había logrado colarse al entrenamiento y en sus manos cargaba la salvación de Louis, aunque ayudaría a todo el equipo tan solo con cambiar el humor del chico. Cara visualizo al chico de ojos celestes y, siendo observado por el rizado desde la distancia, corrió hasta llegar al mayor.

Louis se sorprendió por la visita de la chica, no la esperaba pero cuando noto la hoja blanca entre sus uñas pintadas de blanco, solo pudo sonreír. Era una carta de su chico, sí, su chico.

¿Vendrá al partido? —preguntó Louis con una enorme sonrisa tomando el pequeño trozo de papel de las manos de la pelinegra.

—No puedo decírtelo, no lo sé.

—¿Podrías decirle algo de mi parte? —la chica asintió, sonriendo. —Dile que si viene, voy a lucirme y ganaré para impresionarlo.

—Se lo diré, debo irme.

El rizado había esperado a su mejor amiga detrás de uno de los salones, desde ahí podía ver a el chico que le sacaba la mayoría de sus sonrisas. La pelinegra corría riendo hasta su amigo, sabía que el pequeño iba a sonrojarse y reír ante las palabras del chico.

—¿Eso fue lo que dijo? —preguntó apenado. Sonrojado.

—Sip, así que... ¿Vendrás?

—¿No crees que sospeche? —estaba asustado. —Cuando me vea a tu lado le quedara claro que soy yo él de las cartas.

—¿No estas listo aún? Harry, han pasado tres semanas —dijo la pelinegra. Ella sabía que su amigo era tímido con las personas que le gustaban, la última vez tardo meses en hablarle al chico que llamó su atención. Luego dejo de hablarle y se alejo.

—Yo... ¿Qué pasa si no soy lo que él espera? Seguramente él ya se hizo una imagen y...

—¡Nada! Vendrás y será el momento. Ahora, vamos por algo de comer para matar el tiempo y de paso el hambre.

Harry creyó que su amiga tenía razón, era hora.

Louis estaba listo, sentado en uno de los bancos del vestidor, se había cambiado e intentaba ansioso de leer la carta.

“Hola, Louis.

Solo quería desearte suerte en el partido. Sé que lo harás genial, siempre lo haces. Eres un genio jugando en el campo, llevaras al equipo a la victoria. No tengo muchas cosas que decirte realmente, por eso solo diré que:

¡Luces genial en el uniforme de fútbol!

Atentamente tu admirador secreto:

H. S.”

Eso sin dudas había animado a Louis, ahora se sentía felíz y deseaba impresionar al chico de las cartas.

Cartas Al Chico De Ojos Celestes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora