CAPÍTULO XI

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Risas estridentes de niños, se oyeron allá lejos en su dormir. Odiaba despertar de esa forma pero luego, recordaba a quienes pertenecían esas sonrisas y MinHo mejoraba su sentido del humor.

Habían pasado cinco años y aquel alboroto, no podía ser nada más que el desastre de los cuatrillizos Kim, que despertaban cada mañana a toda la mansión cuando eran perseguidos por sus padres y las criadas que los cuidaban para vestirlos y darles de desayunar. Se había acostumbrado que, a las siete de la mañana, JungHwa, JungHee, JungSu y la pequeña JinKyong, juguetearan todo el día por todas partes.

Hace pocos días habrían logrado que los niños evitasen entrar a cada cuarto para despertar a los demás residentes, pero, aun así, los pequeños buscaban todos los medios para ir a las habitaciones y saludar a todos los que vivían en la mansión.

Cuando nacieron, MinHo no creyó haber visto nunca, cosas tan feas en su vida. Como cachorros mestizos, habían nacido en su forma animal como pequeñas bolitas de pelo, piel y nariz rosada, dando grititos mientras se acomodaban en el torso de su padre que les había dado a luz. JongHyun al verlos, se había desmayado, provocando las risas en todos quienes asistieron al complicado parto.

Al año de vida, los cachorros lograron tomar su forma humana y solo entonces, pudieron ver a quienes se parecían. Los niños, JungHwa, JungHee y JungSu, que había heredado el gen lobo de JongHyun, tenían el cabello en distintas tonalidades rubias con oscuros ojos negros, propios de los lobos del clan Nightmare. Y la niña, JinKyong, quien en su forma animal había nacido como una pantera, tenía el cabello negro como la noche y los ojos de intenso color verde como KiBum.

TaeMin y MinHo fueron los padrinos de los pequeños, quienes los seguían a todas partes y siempre buscaban tener un tiempo con ellos. Contra todo pronóstico, el ahora alfa del clan, había visto en sus ahijados, consumadas sus ganas de no poder tener sus propios cachorros. Aquel pensamiento en más de una ocasión generó conflictos con TaeMin, pero con el paso de los años, ambos lograron dejar ese tema atrás y seguir adelante con sus vidas.

MinHo estiró su cuerpo y los brazos, percatándose así que su compañero no estaba del otro extremo de la cama. Otra vez.

Aquello estaba pasando más seguido de lo que MinHo esperaba pero, debía cumplir su parte del trato. Al lado de su emparejamiento de luna llena, los poderes de TaeMin estaban en su cúspide y su liderazgo con las parejas de la manada era respetado. El joven vampiro era amado e iban en constante búsqueda de él por consejos y ayuda. Con el nacimiento de los hijos de JongHyun y KiBum, un aura de fertilidad se instauró en la manada, por lo que varias parejas, comenzaron a quedar preñadas al mismo tiempo.

La población de la manada en esos cuatro años, había crecido notoriamente, y como su líder, TaeMin debía atender a las necesidades de las parejas y sus bebés, lo que le hacía tener que estar disponible desde muy temprano hasta altas horas de la noche compartiendo con las madres primerizas y ayudando a la crianza de los cachorros.

'Ellos me necesitan, prometiste dejarme hacer mi trabajo...' le había dicho TaeMin cuando MinHo le hubo reclamado de su ausencia en una oportunidad. La relación de ambos era buena, se respetaban y buscaban siempre compartir la mayor cantidad de tiempo que fuera posible. Pero, con el trabajo de alfa de MinHo, más el de TaeMin con las parejas, ese tiempo que compartían, era menos del que ambos hubieran querido.

Además, Sully estaba a pocos meses de cumplir dieciséis años y con eso, significaba que pronto se uniría a JinKi como compañera, por lo que TaeMin, pasaba mucho tiempo viajando al aquelarre a visitar a su hermano y su pareja que había decidido vivir en los territorios vampiros para que el aquelarre la reconociese como su futura Reina.

[ Nightmare ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora