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En la cocina, más calmados, utilicé alcohol para limpiar la herida sobre el pómulo de Alejandro. Por fortuna el corte no era tan profundo como para necesitar sutura; caso contrario era Leo, quien fue a urgencias médicas junto a Bárbara y Juan.

─Hija, ¿que paso ahí afuera? ¡Fue una batalla campal!

─Mamá, después te cuento ─ ella merodeaba la silla en donde estaba Alejandro siendo asistido por mí.

─No Alina, tu mamá merece saberlo ─ un poco quejumbroso pero más aliviado  Alejandro se puso de pie para invitar a mi mamá a que tomase asiento en su lugar─ . Es justo que esté al tanto se lo que sucede.

─No sé si es el momento correcto ─ susurré con algo de temor a futuras represalias por parte de Bárbara.

─Dejame hacerlo a mi modo.

Obteniendo a regañadientes mi aceptación, dio comienzo a su relato.

─Mónica, es justo que sepas que Alina y yo hemos forjado más que una amistad en estos últimos años ─ correcto, expresó como en una lección colegial ─. Su hija y yo fuimos amantes por mucho tiempo.

─¿¡Qué!? ─ mamá me miró girando su cuello como látigo─...pero si vos estabas por casarte con Leo...no entiendo...¿Qué pasó?

─Pasó que nos enamoramos... ─ dije elevando ambos hombros a la par.

─Pero ustedes dos...¡no tienen nada que ver el uno con el otro! Sin embargo, vos con Leo...

─El amor no tiene demasiadas explicaciones, Mónica ─ Alejandro se adelantó ─ .Yo siempre he estado enamorado de su hija y quisiera pedirle su mano, oficialmente ─ manteniendo su semblante de extrema serenidad y seriedad, Alejandro tenía la capacidad de dejarnos mudas a las dos.

Mis ojos no parpadearon, los de mi madre todo lo contrario: lo hicieron repetidas veces.

─Ale...yo...ella ─ me señalaba sin terminar de asimilar lo sucedido─, hoy en día nadie hace esas cosas...─ se rió, nerviosa.

─Yo si Mónica; quiero a su hija más que nada en el mundo y aunque sé que no es adepta a esta clase de cursilerías, me es grato hacerlo de esta forma.

Mamá lo observó embelesada, perdida en los ojos azules de Alejandro, esos ojos capaces de derretir a los polos. Por un instante deseé pellizcarme; las ansias de Alejandro por estar conmigo eran verdaderas y no había motivos para dudar ya de él.

Emoción me causó escucharlo, verlo tan compenetrado en su pedido formal. Quise avanzar hasta su ubicación y comerlo a besos pero simplemente, me conformé con verlo a un par de metros de distancia abrazarse con mi mamá.

─Ale...¿y la señorita Catalina? ─ mamá pronunció a la innombrable.

─Ya me encargaré de ella.

─¿Me estás pidiendo la mano de Alina y aun seguís comprometido con ella? ¡De ningún modo entonces te voy a entregar a mi hija! ─ algo ofuscada, frunciendo el entrecejo, se levantó de su lugar como resorte ─ .¡Estos jóvenes modernos! ─ expresó mientras salía de la cocina con los brazos en alto, dejándonos a solas, nuevamente.

Me eché a reír por su enfado.

─Mi mamá tiene razón ─ deslicé con voz calma pero sentida.

─Ayer por la noche saqué un pasaje a Londres, en dos días vuelo para allá.

─Ah... No pensé que viajarías tan pronto ─ acomodé un mechón de cabello tras mi oreja, algo disgustada por no saber de sus futuros planes.

─Ali ─ viniendo hacia mi tomó mis manos, quitándome de una de ellas el algodón con algo de su sangre ─ . Quiero que las cosas entre nosotros estén claras. No puedo cortar mi relación con Catalina a miles de kilómetros, ni por teléfono. Por mis años junto a ella, al menos le debo esa pizca de respeto.

"Solsticio de Medianoche" -  (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora