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<<Quiero saber más de él>> Pensó Rigel mientras acariciaba el rostro de su hijo, ella y Zaiko se encontraban recostados en la cama del aprendiz. El joven híbrido, sostenía en sus brazos aquél peluche que era propiedad de su padre. Sí que lo conocía demasiado, el olor característico de té que tenía impregnado el oso verde sí que le calmaba y no era para menos, ya que era del discípulo de Gowasu.

- ¿Qué haces mamá?- Habló tranquilamente Zaiko quién disfrutaba de las caricias en sus mejillas.

-Realmente... Eres igual a Zamasu...- Se sorprendió, no por lo que dijo, puesto que todo el mundo llegaba a confundirlo con el anteriormente mencionado, sino que sus palabras reflejaban el querer de un amor grande que le tenía al Shin-jin.

- Realmente lo amas... ¿O no?- Y ante la pregunta de su hijo, la joven sacerdotisa miró con un notable sonrojo en sus mejillas al chico. - Bueno... A decir verdad siempre lo amé...

Y al ver su reacción, seguido de su respuesta, el muchacho sonrió por ello, le alegraba saber que su madre amaba al testarudo de su padre. Y con su sonrisa de alegría se acercó más a la joven para acurrucarse en ella.

- Me alegro el saber eso...- Un pequeño silencio, pero no incómodo surgió entre ellos por unos minutos, Rigel disfrutaba de acariciar las mejillas de su primogénito y además tocar suavemente el cabello blanco y espeso de él.-- ¿Puedes contarme más de ti?

Y finalmente al escucharle, sacarle de ese estado de tranquilidad y pensamientos diversos sobre el joven que tenía frente a ella.

-- ¿A-A que te refieres?-- Y al ver el nerviosismo de su madre, no dudó en hablar con una sonrisa en sus labios.

-- He buscado sobre su relación... Hay cosas que sé sobre ustedes, otras que no logré encontrar, pero... Siempre fuiste un misterio para mí, por eso... Quiero que me cuentes de tí antes de venir a este templo...

--Bueno... ¿Qué decirte?-- Pensó por unos cuantos segundos por dónde comenzar a hablar-- Como debes de saber nosotras somos ángeles de menor rango que aquellos quiénes asisten a los dioses destructores, además de eso nos dicen sacerdotisas, porque estamos bajo la tutela de los dioses creadores, ayudándolos en lo que ellos necesiten si es que nos requieran

-- ¿Usas las artes Angélicas?-- Preguntó con cierta curiosidad levantando su mirada a su madre, ya que se encontraba acurrucado cerca de ella.

-- Solo algunas, no soy tan fuerte en combate pero puedo defenderme si lo necesito... Aunque debo de decir que se me da bien la telepatía y más con personas cercanas a mí~-- Con cierta gracia habló mirando divertida a su hijo, ya que desde su aparición, una conexión mental habían hecho ambos.

-- Lo siento, debía hacerlo para encontrarte, además no hubiera sido lo mismo con papá... él no posee nuestras habilidades

-- ¿O sea qué tú también las tienes?-- Le pareció peculiar y a la vez extraño debía de admitir, ya que pensaba que era más Shin-Jin que de su raza.

-- En parte sí, he podido practicarla y agudizarla con la telequinesis que heredé de papá, los Shin-Jins tienen grandes habilidades, algunas poderosas si se usan en momentos adecuados. Si no tuviera su sangre no podría haber usado el anillo del tiempo que me dió Shin. (*)

Lo que su hijo le contaba si que era interesante, increible y aún sabiendo una pequeña parte de lo que contaba, su curiosidad era mayor y a la vez le invitaba a preguntar más acerca de sus poderes. Ya que, en definitiva, ella también deseaba saber más de su futuro hijo.

-- ¿Puedes hacer una demostración?... es decir, quisiera saber y sentir el cómo lo haces

El joven hibrido aceptó su petición, tomó sus manos e hizo que se sentara en la cama junto con él.

Mi hermoso Ángel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora