DOCE

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Intenta dormir, una y otra vez. No puede olvidar lo que paso en la sala de su casa. Le grito a su madre, la juzgo y eso no se lo va a perdonar nunca. Pero no podía seguir callando ese dolor que lleva clavado en el corazón. Su madre traiciono a todos, incluyéndolo a él. Gabriel no se esperaba que su madre hiciera tal cosa, pensaba que se sentía feliz con su familia, con sus hijos, con su esposo. Nadie es feliz en esta vida, y si lo eres, no será por mucho tiempo, porque nada es eterno. Nada dura para siempre. Pero nada justifica lo que haya hecho, ni la falta de felicidad, ni la ausencia de su esposo o de sus hijos.
Se levanta de la cama con los ojos húmedos y mira por la ventana. Como quisiera que ella este a su lado, aconsejándolo, animándolo, diciéndole que esto es solo una prueba de la puta vida y que todo volverá a la normalidad en cuestión de segundos. En cuestión de segundos. Ni que Sara tuviera una varita mágica que solucionara todo, pero sin embargo, la quiere, así no tenga una varita mágica, el sabe que con su apoyo y su compañía estaría mejor.
Se aburre de mirar por el ventanal y decide ponerse los audífonos. Se acuesta en la cama y reproduce su canción favorita, de su banda favorita: El verdadero amor perdona de Maná Escucha cada letra, cada palabra, mientras la canta en la soledad de su habitación, en voz baja, por supuesto. Ha pasado mucho tiempo desde que sucedió el imprevisto, jamás podrá olvidar aquella imagen que lo decepcionó tanto. El creía que su madre era intachable, la mujer perfecta y honesta. Pero todo cambió en aquel día de mayo.

Hace cuatro meses...

Sentado en el sillón de la sala, toma un sorbo de coca-cola mientras abre el chat del grupo. No puede creer que Alejando no haya hecho su parte del trabajo.

-Hazlo tú, Sara, por favor
-Que no, era tu trabajo hacer los trípticos
-Vamos chicos, lleguemos a un acuerdo, si seguimos disputando por quien no hizo lo que debía o no debía hacer, no lograremos mucho
-Gabriel tiene razón. Tengo una idea, Alejandro, haces el documento y me lo mandas, yo me encargo de imprimir todos los trípticos ¿te parece?
-Eso sí que es un acuerdo, Hermosa, lo termino de hacer y te lo mando, bai
- Muchos halagos, bai

Sin duda le molesto mucho que Alejandro le hiciera esos halagos a ella. A su Sara. Y sin despedirse del grupo, cierra la ventana del chat.
Se para del sillón en el que lleva 30 minutos sentado haciendo las diapositivas del grupo. Le duele la espalda, no le vendría un buen masaje de parte de su madre, así que se decide a buscarla. Entra en la cocina y no está. Se dirige hacia la sala y se encuentra con su madre que termina de bajar las escaleras. Está muy arreglada, lleva un vestido negro, tacones del mismo color y el collar. Ese collar que le regalo él, el día de su cumpleaños.

-Mama, te estaba buscando- dice mirándola de pies a cabeza- ¿A dónde vas?
-Iré a una reunión
-¿Reunión?- pregunta extrañado
-Sí
-¿Te puedo acompañar? Te juro que no soporto estar encerrado-dice mientras hace un puchero
-No es lo más conveniente, ira gente de mi edad, te vas a aburrir- dice titubeando
-Veras que no- insiste
-Vamos, Cariño, quédate acá en la casa- dice mientras abre la puerta para salir
-Que no, que no, me voy contigo
-Terco tenías que ser, bueno, cámbiate, con esa ropa no vas a acompañarme- dice dándole una palmadita en el hombro mientras sonríe
-¡Esta bien!- asiente emocionado

Sube a su habitación, se pone otros jeans, tenis negras, polo gris y una casaca. Baja las escaleras y no encuentra a su madre. Sale desesperado afuera y ve como su madre se aleja a paso rápido. Se esconde en el arbusto y decide seguirla. ¿Por qué no lo espero? El también quiere ir a la reunión y distraerse un poco. Después de caminar 7 cuadras siguiendo a su madre, se encuentra frente a un hotel, en el cual su madre entra, a paso lento, tranquilo. Este la sigue y sube las escaleras detrás de ella. No puede entrar, es menor de edad. Pero le vale tres hectáreas de mierda y decide seguirla. ¿Quién organiza una reunión en un cuarto de hotel? Acaso, ¿No es más cómodo un restaurante o un parque? Su madre entra en la habitación número 11 y cierra la puerta. Muerto de la curiosidad, se dirige hasta la habitación en la que acaba de entrar su madre, abre la puerta despacio, pero solo un poco. El espacio de visión no es la mejor pero logra ver algo que nunca podrá olvidar, y que en pocos segundos lo logra decepcionar. Es nada más y nada menos que su madre besando a un hombre, un hombre que no es su padre, ¿Quién es? Lo observa bien y recuerda quien es. Los ojos se le humedecen, pero no derrama ni una lágrima. Sale del hotel y se dirige hacia su casa, quiere llegar cuanto antes, encerrarse en su habitación y no salir nunca más. Camina sin sentido alguno, cruza las calles sin mirar los semáforos. Su mente está en otro lado, piensa en lo que sucedió hace unos minutos, ¿por qué lo hizo? No lo sabe, tampoco lo quiere saber. No quiere saber nada de ella, ni de nadie.


Gabriel en multimedia, Apa la papa el decepcionado uwu

Alan.Where stories live. Discover now