DIECINUEVE

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Los rayos del sol iluminan las mesas de aquel Starbucks, haciendo que cualquier persona se aburra de estar ahí. El sol es hermoso, pero en exceso deja de serlo. Mira constantemente el reloj, no ve las horas de salir de ahí, quiere verla. Estuvo toda la mañana pensando si ir a verla era lo mejor, tiene ganas de verla, pero no quiere ser pesado. Sonríe al mirar el reloj nuevamente. Su turno terminó. Sale del Starbucks y camina rumbo a la secundaria de su amada. La recogerá y la llevara a comer un helado. Tiene buenas expectativas, y si es con ella, mejor aún. Como quisiera que sea suya, solo de él. Que lo ame como él la ama. ¿Imposible? Tal vez. Ella solo lo ve como un amigo, como un confidente. Y eso le duele. Amarla duele y si es silencio, peor aún. Sigue caminando rumbo a la secundaria, le faltan dos calles aún, y son la 1:15 pm, tiene tiempo. Se detiene en una bodega, compra un agua mineral helada y sale de ahí. Esta frente a un parque. Observa a dos adolescentes sentados en la banca, él la abraza mientras ella llora. Por un momento Fernando piensa que aquel muchacho está en la misma situación que él: solo lo utilizan como pañuelo de lágrimas, consejero y buena compañía para el centro comercial. Pero todas sus conclusiones fallan, al ver que la joven posa sus labios en los de él. Le limpia las lagrimas, rodea su cintura con sus brazos y le da un beso en la frente, esta sonríe y antes de posar nuevamente sus labios en los de él, le dedica un te amo. Sí, es el único que está en la Friendzone. Es el único que no puede ser feliz.
Sigue en lo suyo, camina y camina. Lo mejor hubiera sido que no se haya quedado a observar la escena de aquellos enamorados, ahora sus pensamientos se basan en ella. ¿Y si ya tiene novio? ¡Uff! No quiere ni pensarlo. Se tortura solo, no puede imaginar a su amada en brazos de otro hombre. El la quiere tener, él y solo él. 

Pobre Fernando, alv :v

Alan.Where stories live. Discover now