― ¡Leo! ¡Leo! Despierte dormilón –
Con mucha pereza abrí los ojos para encontrarme con Marina que estaba en el umbral de la puerta esperando a que yo le indicase que estaba despierto.
― Ya lo estoy, solo quiero cinco minutos más. – musité casi cayendo de nuevo en los brazos de Morfeo.
― Recuerde que ya está avanzado en la carrera, no puede darse el lujo de llegar tarde a las clases, estaré en la cocina.
Bueno, con muchísima pereza me levanto y me doy cuenta de la hora que es, es temprano aun, apenas pasan las 11:30 am y mis clases son a las 2, creo que puedo dormir unas tres horas más y en tiempo record estoy listo para la enseñanza.
Voy al baño, lavo mis dientes, y trato de encontrar el peine para lidiar con mi cabello, que por cierto esta vuelto un nido de golondrinas. Tomo un baño con calma tratando de recordar lo que había soñado la noche anterior. No logro nada y me frustra ello, pero lo que sí está muy claro es que veía a una persona, creo que de mi edad con unos ojos grises caminando por un templo gigante, parecía triste y me decía algo de lo que solo recuerdo Montañas del Norte.
― Señor Crosst, le espera su padre en la oficina. – dice Marina detrás de la puerta, sacándome de mis pensamientos, y por el respeto que demostró ahora me daba la impresión de que mi padre estaba cerca. Le ordene que cuando estuviéramos en confianza me tratara por mi nombre, no por molestia ni menos, solo que las formalidades no van mucho conmigo, y ella había hecho la tarea que mi madre aportaba antes de fallecer hace cinco años.
― Voy de inmediato, gracias Marina.
Termino de ducharme y tomo la primera vestimenta que veo en el armario, un polo negro, jeans y mis amados converse negros completos, no tardo mucho en ello y salgo a hablar con mi padre.
Mi padre posee una empresa dedicada a la construcción de viviendas, y es que no le va eso de pensar de manera minimalista o en cosas reducidas, el piensa en gigante, tanto así que las más grandes torres del país han sido edificadas y supervisadas por él, por lo que hoy día es conocido con importantes reconocimientos y premios. Tener un ejemplo tan exitoso y emprendedor tiene sus ventajas pero también trae muchos problemas.
Entro en el pequeño estudio que él llama oficina, una habitación inmensa con muchísimos lujos, un pequeño librero que ocupa toda una pared y parte de otra, en la adyacente un sinnúmero de reconocimientos, de los mas importantes recibidos, si, los más importantes porque los otros están el otra habitación mas grande y tendremos que hacer espacio para otra porque ya creo que está llena. Muy humilde todo.
Lo que más llama la atención, es un mueble de fibra de seda, un tesoro invaluable, que perteneció al emperador Zhu Youjian de la Dinastía Ming en China.
― Buenos días padre.
― Buen día Leo ¿qué tal la universidad? – me parece que estaba algo cansado por su tono, además de que tenía casi dos meses sin verle por causa del trabajo.
― Me va bien, nada de que preocuparse, la verdad es que ya la encuentro aburrida y algo monótona. – expresó de una manera completamente natural. ― Las clases no se comparan en lo mas mínimo con la realidad que vivo al acompañarte en las obras.
― Pues no es que sea duro, pero debes tener el título de ella, aunque te sea bastante sencillo, además de que eso heredaste de mí. ― Calló un momento pasando y firmando unos documentos y de reojo miro que poseen el logotipo de una constructora que conozco. ― Leo, debo salir pronto al sur del país para un plan de estrategia vial, tratare de volver lo más pronto posible para tu cumpleaños.
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La Reencarnación Del Eclipse
FantasyUn ritual que se hace una vez cada siglo, para conservar las fuerzas que rigen la tierra, una promesa que no se ha de romper desde sus primeros ancestros, para continuar el ciclo. Sin embargo esta vez hay algo distinto, que sin lugar a dudas alterar...