El estúpido golpe contra el poste ha tardado más de lo requerido, a pesar de no ser contuso. Es que a quién en sus cabales y con sentido común se le ocurre poner señalizaciones tan grandes en zonas donde deberían de ir pequeños rótulos de madera y ya. Moraleja: Tengo hambre, fin del comunicado.
Mi estómago me indica que he andado bastante, o eso creo, el trayecto de subida no es algo que haga mucho en Melanesia, donde al ser un valle todo es relativamente plano, sumado esto a la altura a la que me encuentro, donde la presión atmosférica es menos densa y por tanto mi rendimiento no es el mismo.
Fuera de mi falta de aire, el paisaje es pintoresco, agradable, muy sencillo, sublime y mágico. Los rayos del sol se infiltran por pequeñas ranuras que dejan las copas de los árboles, uno que otro pajarillo brinda su canto para hacer armoniosa la estancia mientras un céfiro provoca que se me erice la piel. Pasé cerca de 20 minutos distraído de mi entorno hasta que el dolor de mi cabeza se hizo presente nuevamente y con crecida fuerza, por lo que opté por volver a mi cabaña, tomar algo y también comer algo... quizá una vaca o un elefante africano ¿Qué? Cuando tengo apetito soy capaz de eso y mucho mas, incluso de ser caníbal y comerme un ser humano sin ningún tipo de problemas, claro, si está bien cocinado o a la plancha para degustar mejor el sabor.
En mi vago andar, pesado y un poco fastidiado por las molestias craneales escucho unos pasos, el sonido de una rama crujir, acompañado de un ligero eco suave, parecido a un tarareo. El arbusto de hojas acáceas es un impedimento para ver aquello que se hizo objeto de mi atención; sé que no es un oso o un puma, puesto que no suenan de manera rítmica, a menos que yo este divagando.
Admito que soy bastante impaciente, y si por el dicho de que "la curiosidad mató al gato" queda determinado mi destino, pues desde niño tendría la muerte jugando conmigo a las escondidas.
Pocos pasos fueron suficientes para evadir el arbusto y encontrarme con un chico de estatura baja, y vestimenta sencilla, el cabello negro como la noche, largo hasta los hombros, su piel es tan blanca que creo que salió crudo de la fábrica de harinas. Su mirada se encuentra con la mía instantáneamente al detener sus pasos, y puedo jurar que casi me da un paro cardíaco al enfocarme en el color de sus ojos, aun en la lejanía puedo distinguir su tonalidad, orbes grises, casi plata. Idénticos a los de mi sueño. Por alguna razón mi mundo se paraliza, y siento nostalgia.
No sé cuantos segundos le miré fijamente hasta que su rostro mostro un tono de preocupación.
― ¿Estas bien? ¡Estas sangrando! ― se acercó rápidamente hasta quedar a menos de 3 metros de mí, a lo que reaccioné alejándome.
No sabía a lo que se refería en ese momento, ¿sangre? Ni que hubieran animales que no pudiese enfrentar, antes los vuelvo picadillo que dejarles cortarme.
― ¿De qué hablas?
― Tu abrigo, esta rasgado y se ven manchas roj... ― Al acercarse completamente pudo notar lo que creía ver como sangre y otras rasgaduras, parándose en seco. ― Perdona, es que se ve como si te hubiesen atacado.
― El único ser vivo que he encontrado por aquí que podría atacarme si pudiera, eres tú, y no lo veo posible.
― Oh, supongo que debo ofenderme y alegrarme. ― Dice gracioso, y noto que su tono de voz me resulta agradable.
― Solo eres muy pequeño como para aparentar ser un depredador, no estas a mi nivel. – Expreso con orgullo.
― Nunca subestimes a un libro por su portada. ― Su mirada nunca deja de examinarme, y por un momento me siento incomodo, creo que aún no cree que tengo una franela bajo el abrigo, para luego mirar mi cara. ― Oye, tu frente ¿Qué te paso?
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La Reencarnación Del Eclipse
FantasyUn ritual que se hace una vez cada siglo, para conservar las fuerzas que rigen la tierra, una promesa que no se ha de romper desde sus primeros ancestros, para continuar el ciclo. Sin embargo esta vez hay algo distinto, que sin lugar a dudas alterar...