Capítulo 2

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Olvide que de esta historia son dos capítulo, lo siento 😞

Notas al final del cap. Continuamos... 

Un capítulo cursi y con sorpresa Malec 😉



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El tren apenas estaba entrando a la estación de Paddington cuando Alec despertó- "Eso fue rápido"- dijo aún sonando un poco aturdido. Antes de que pudiera sentarse, los brazos de Magnus se apretaron a su alrededor y sintió un beso suave en la parte superior de su cabeza.

-"Bienvenido de vuelta a la tierra de los vivos"- murmuró Magnus.

Alec se apartó para poder volverse hacia él y besarlo como era debido, con las manos sujetando el rostro del brujo delicadamente. Cuando terminó el beso, Alec lo miró con atención y frunció el ceño- "¿Estás bien?" -preguntó en voz baja.

-"Estoy bien"- respondió Magnus, una leve sonrisa en sus labios, aunque sabía que eso no engañaría a Alec. Estaba comenzando a pensar que todo este viaje sólo era como buscar una aguja en un pajar, todo provocado por una vieja pesadilla. No había razón para creer que los acontecimientos de 1888 estuvieran a punto de repetirse. Por Dios, habían pasado más de cien años. Simplemente pasaría unos días en Londres con Alec y luego volverían a Nueva York. Le dio a Alec un casto beso en los labios y una cálida sonrisa, real esta vez- "Vamos, recojamos nuestras maletas y tomemos un taxi al hotel"

-"¿Dónde vamos a quedarnos?"- preguntó Alec, dándose cuenta de que no tenía ni idea.

-"Claridges"- respondió Magnus mientras él y Alec salían del tren.

Llegaron al hotel a las 6:00 pm. Alec se sentía completamente desaliñado con sus deslavados vaqueros negros y su suéter azul oscuro, mientras caminaban por el elaborado vestíbulo con sus pisos de mármol en blanco y negro, techos altísimos y complicadas yeserías. Su habitación estaba decorada con tonos sutiles de gris y marrón, una cama tamaño king dominaba el espacio y había una botella de champán enfriándose junto a dos sillones de respaldo alto cerca de la ventana.

-"Tenemos reservaciones para cenar en restaurante a las 9:00 pm"- dijo Magnus con una sonrisa mientras sacaba el corcho y servía dos copas de champán. Alec se ruborizó al ver a los ojos de Magnus subir y bajar por su cuerpo cerrando la distancia entre ellos. No importaba cuántas veces hubieran hecho esto antes, Magnus todavía era capaz de traer ese hermoso rubor al rostro de Alec, y encender una idéntica mirada de deseo en sus ojos. El amor que compartían se había profundizado con el tiempo, mejorado por las experiencias compartidas y la profunda confianza que cada uno tenía en el otro.

-"Sayang"- murmuró Magnus colocando su copa sobre una mesa cercana y tomando a Alec en sus brazos. Los dulces y castos besos pronto se volvieron apasionados, mientras Magnus los guiaba a la cama. El brujo suavemente posó a su amante sobre el edredón de plumas, contento de tener el tiempo suficiente antes de la cena para satisfacer sus necesidades.





Una Daga de la Mente - A Dagger of MindDonde viven las historias. Descúbrelo ahora