I need your body.

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One-shot inspirado en esta canción. Les recomiendo que la escuchen para situarse un poco y lean los subtítulos si no tienen manejo del idioma(?)

¡Espero que lo disfruten!💕

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Estaba ahí, pero a la vez no. Paul ha estado hablándome por la última media hora sobre su nueva novia —¿Dory, Dora, Debi, Doth? No me importaba sinceramente— y simplemente no lo soportaba. No toleraba no poder ser el que causaba esa enorme sonrisa y felicidad en McCartney.

Entonces de golpe salto de la cama y olvido dónde estoy, porque quiero salir de ese asfixiante cuarto y perderme en algún bar de mala muerte y, con suerte, encontrar alguna muchacha con la que pasar el rato. El menor se sobresalta, mirándole con sorpresa en esos hermosos ojos hazel. Y es que joder, no podía estar pensando en esas mierdas cuando Paul estaba a mi lado irradiando alegría. Era egoísta, pero no podía evitarlo. Amaba a Paul McCartney, y sé que si tan sólo supiera qué clase de sanos pensamientos pasan por mi mente, probablemente sonreiría y diría que todo estaba bien. Pero entonces llegaría lo doloroso, porque Paul lo rechazaría y le diría que lo quería como un buen mejor amigo, pero hasta ahí. Y luego todo se volvería estúpidamente incómodo y en lo que tanto habían estado trabajando se hecharia a la basura.

Y ese era el problema. Odiaba a Paul McCartney por ser tan comprensivo y amoroso. Tan ridículamente bueno. Y me odiaba a mi mismo por ser tan necio.

Paul recobra la postura y sonríe suavemente.

—¿Necesitas ir al baño?

     Niego con la cabeza por unos segundos, sentándome nuevamente en la cama del pelinegro, un poco más lejos que antes.

—Lo siento —murmuro, pasando una mano por mi cabello desesperadamente y alisando mi camisa a cuadros con la otra— No sé en qué mundo estaba.

—Bueno, últimamente yo tampoco sé en qué mundo estás. ¿Dónde has estado metido esta semana? Llamé muchas veces a tu casa y Mimi decía no tener idea de tu paradero —confiesa bajo mi ceño fruncido, jugando con los dobleces de su camiseta.

     Y yo sonrío, porque él se preocupaba por mí. Por supuesto que sabía sobre sus constantes llamadas, era lo primero que Mimi se encargaba de notificarme apenas pisaba la casa. Pero también me entristecía, porque yo no quería perder mi amistad con Paul por mis sentimientos, pero si seguía evitándolo y actuando de esta forma, terminaría perdiéndola de todas maneras.

—Ya sabes, he estado ayudando a Stuart con el bajo...

     Bueno, no era del todo mentira. Sí había estado mucho con Stu en la semana, pero lo que menos hacíamos era practicar con el bajo. No es como si pudiera decirle que nos la pasábamos en antros, yo por mi parte metiéndome entre las faldas de las muchachas intentando desesperadamente sacarlo de mi cabeza.

Él arqueó una ceja, dudando de mi respuesta.

—¿Estás seguro?

—¡Pues claro! —aparto mi mirada de sus calculadores orbes, situándola en el reloj de su cómoda. 11:35 PM— ¡Oh, mira la hora! Debería irme...

     Hice un intento de levantarme, pero rápidamente mi brazo fue atrapado por la mano de McCartney, impidiéndomelo.

—Quédate —habló firmemente, su mirada decidida buscando conectar con la mía inútilmente— Ya es tarde, tu tía podría descansar sus cuerdas vocales por esta noche y no gritarte, ¿sabes?

     No respondo, pero mi labios curvados en una sonrisa son respuesta suficiente para Paul, porque simplemente se levanta para apagar la luz mientras yo retiro mis zapatos y me recuesto en la pequeña cama, siendo seguido por el contrario a los pocos segundos. Mis ojos se pierden en algún punto del blanquecino techo, reusándome a los insistentes orbes que siento clavados en mi nuca. Amaba cuando Paul me retenía y el tiempo parecía disolverse. Cuando sólo éramos él y yo con la infinidad de las estrellas como espectadoras sobre el rojizo brillo de nuestras almas —conociéndose, abriéndose, tocándose— inundándolo todo.

—¿Johnny?

     Me doy vuelta lentamente tras un suspiro de derrota, y nuestras miradas se encuentran en medio de la oscuridad, mi corazón empezando a doler al observar las hermosas fracciones de mi amigo.

Entonces me encuentro mudo, cayendo nuevamente en cuánto lo amo, en cuánto me gustaría sellar nuestras vidas uniendo nuestros labios en este instante, yaahoraaquí, en cuánto amaría ser la causa de su felicidad todos los malditos días. Y duele, maldición, duele. Porque me ha tomado meses aceptar que yo estaba retenido en la bella eternidad que conforma a Paul McCartney y que amaba estarlo. Lo necesitaba para ser feliz y para ser John Lennon, porque ese chiquillo ya era una parte fundamental para mi vida y mi felicidad, y eso ya no iba a poder ser cambiado por más sexo perdido que me encaprichara en tener.

John Lennon necesitaba a Paul McCartney y a nadie más.

—Paulie... —hace ademán de contestarme, pero me adelanto— No me abandones, por favor.

     Él abre los ojos como platos, y yo cierro los míos para que no pueda encontrarlos cristalizados. Rapidamente envuelve sus brazos en mi cuerpo haciendo cariñitos en mi espalda, sus piernas entrelazandose inocentemente con las mías.

—Nunca lo haría —asegura dulcemente— duerme bien, Johnny.

     Me permito ahogarme por unos minutos que parecen años en su delicioso aroma y tan característica calidez. Luego sólo asiento y eso parece bastarle por hoy —porque sé que mañana insistirá, y yo voy a arrepentirme por esto y lo más probable es que lo mande a la mierda—.

Los minutos pasan y la respiración de Paul se ha calmado, al igual que mi desenfrenado corazón.

Y yo sonrío soñadoramente. Estaba retenido en el cielo que eran los brazos de Paul McCartney, y sabía que esta noche no dormiría con tal de disfrutar lo máximo de mi estadía allí, pero qué más da, no podía pedir más, podría morir allí mismo y sería feliz.

Yo tampoco te dejaré nunca, Paulie.

Alternative Roads [McLennon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora