Capitulo II

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Una carpeta grande sobre sus manos junto con una historia todavía no revelada.

Samantha sudaba de nervios, aún así intento forzar una sonrisa para intentar tranquilazarlo. Ambos sabían que aquella falsa sonrisa no lo ayudaría a safarce de la situación en la  que estaba ahora metido.

"To-todo lo que necesitas saber se encuentra escrito allí" comenzó Samantha y algo en Louis le dijo que se encontraba avergonzada al decir esas palabras, pero ¿Porqué?
Fue él quien decidió quedarse y no renunciar.
Fue él y aquel chico de ojos verdes, los causantes de su cambio de decisión tan brusco.
Jamás se perdonaría por haber sido tan impulsivo y por Dios... ¡En qué había estado pensando!

No hubo ningún tipo de intercambio de palabras entre la rubia y el castaño después de que la información sobre el sujeto se le fue entregada. Simplemente se fue en silencio del lugar.
Condujo en su mismo silencio y llegó a su hogar con más silencio y miedo que el acostumbrado.

Sentado sobre un sofá individual y una taza de té de anís a un costado suyo, cambiaba cada página del largo expediente del chico oji verde.
En cada hoja por la que avanzaba su rostro iba tranformandose de una inicial expresión neutral e indiferente, a una de puro horror.
Sus manos se deslizaban temblando sobre las hojas y sus latidos cardiacos parecía que habían aumentado.
La palabra "Miedo" era la que describía su situación perfectamente.

Él mismo se había hecho lanzar a la boca  de lobo.
No era más su responsabilidad tener que ayudar a ese chico, ya no lo era... pero su fuerza de voluntad lo superó.

Louis, no era un mal sujeto. Al contrario, él haría lo que fuese necesario para ver a alguien sonreír, sin embargo si no lo lograba se hundía en la más grande depresión.

Su vista se nubló al recordar a Josh, sus cabellos castaños y todas las sonrisas que de vez en cuando había logrado dejar salir de sus labios gracias a Louis. Ahora no eran más que un recuerdo un tanto lejano.

Josh le temía a ese lugar, le temía más que a cualquiera de los traumas que atormentaban a su dañada mente, eso no hacía más que alimentar sus miedos.
Solo había logrado vivir dieciséis años de su periodo de vida y dudaba que en algún momento haya podido haberlos gozados como debía haberlo  hecho un chico de su edad.

Asqueroso inmundo, el que había logrado desechar cualquier rastro de inocencia en el niño.
Simplemente un día ese niño que lloraba por las noches esperando que no entrara en su habitación, agarró un cuchillo de la cocina y se lo incrustó en el cuello.

Nunca más volvería a tocarlo, ni susurrarle cosas asquerosas mientras dormía.

Al día siguiente, la policía y un niño condenado al hospital mental hasta el final de sus días.

Ahora, la situación en la que se encontraba no era muy distinta a las anteriores.

Su nuevo paciente "Harry Styles", estaba totalmente ido.
Dudaba mucho que en el caso de que tuviera un hilo de cordura en su dañada mente, no llegara al punto de hacerle daño. Estaba rotundamente seguro de que lo haría.

Una sola palabra podría describirlo: "Genocida"
Aquello que es quitarle la vida a un ser humano por placer puro.
El saber que un alma era liberada por tus propias manos.
Para él era como jugar a ser Dios, a tener el poder de ver como alguien cerraba los ojos y con suerte, daba su último suspiro.
El juego de pato, pato, ganzo, pero con la vida de alguien como costo.

Que fácil es hacer dormir eternamente a los animalitos que Harry llevaba a casa para "jugar", pero cuando la vida de una persona está en las manos de otra, las cosas se vuelven complicadas, mucho más cuando el que está en juego se encuentra en las manos de alguien que quiere verlo morir como el mayor regalo.

Mental Hospital [Larry Stylinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora