Cap VII

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Cuando el interior ya en sí era la tristeza, desesperanza y muerte escenificado, el exterior hacía juego con todo Mc Gacket y no se quedaba para nada atrás. Con un aura de ruina, las plantas y flores podían expresar perfectamente el sentimiento de todos. Marchitas y sin vida pedían ser rescatadas, pero la ayuda nunca llegaba. ¿Debía culpar la acidez del hospital o al crudo invierno? Probablemente el invierno se tratara de un un pequeño circunstancial, pero Louis podía asegurar que ni en la primavera más hermosa había visto vida nacer en estos páramos.

Atravesaron el pasillos atestado de gente misionera que ya acostumbraba a pedir de misericordia. Y de dos en dos ya se encontraba la puerta de salida del edificio central. Mc Gacket constaba de tres edificios: el principal, el secundario y la cumbre, del que jamás habían explicado bien de su función. Tal vez, otra posible cárcel para potenciales dementes peligrosos. Todos estos edificios podían conectarse por medio del jardín central, un gran tramo circular donde se supone tendría que ser fuente de plantas y flores alegres y vistosas . Como un medio de relajación y un respiro para los pacientes del hospital, o eso debió de pensar el hombre que hizo el diseño de lo que sería el hospital, puesto que jamás se les había sido permitido a los pacientes salir de los edificios. Condenados a la oscuridad de pasillos en ruina. Aunque había veces en el que el dinero hacía salir el lado más humano de los doctores, aún y cuando no lo sentían.

Y así se concentraba el ojiazul cada mañana. Mirando hojas marchitas, hojas rotas que se volvían polvo en el camino de las yemas de sus dedos hasta el suelo. Se envolvía del frío gélido que lo hacía temblar como al escuchar el sonar de los gritos grotescos. Gritos que trataba encarecidamente de ignorar cada mañana, pues sentía que aquellos gritos no poseían de un apice de cordura, no creía que supieran cuanto lo asustaba y eran tan inhumanos que pensaba que al intentarlos su garganta sangraría dolorosamente.

Harry se mantuvo mirando el suelo de cemento, cabizbajo y en un incierto ambiente pensativo. Lejano.

El cuerpo de Louis se balanceaba al caminar, su cabello rozaba con su frente muy tiernamente y la nariz se había vuelto roja al igual que sus labios; tan delgados y pequeños.
Tiritaba y la sensación de frío del ambiente no era la única razón del porqué. Su corazón se desembocaba al compás de sus pasos, pasos que no eran cortos, eres más que nada nerviosos.

Un suspiro corto y de resignación inundó el ambiente. Era hora de empezar con su trabajo.

"Harry" se detuvo en seco y el más alto avanzó unos pasos más hasta que el oji azul advirtió nuevamente "¿Harry?"

Fue como si el rizado hubiera despertado de un trance. Un trance que había sido creado obviamente por sí mismo.

Su rostro giró suavemente, tan lento y perfecto que Louis pudo admirar detalladamente el delineado perfil que el más alto poseía. Un rostro que demostraba un porte imponente y pavoroso, y que lo haría retroceder si no fuera porque no podía demostrarle la debilidad que sentía cuando se encontraba a su lado.

Como un conejito acediado.

Mental Hospital [Larry Stylinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora