Capítulo 25

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     Jos y yo caminamos hacia el estacionamiento.

     — ¿Se puede saber a dónde vamos?—Pregunté mientras caminábamos al auto de Jos

     —Nuestra primera parada es el castillo de Chapultepec,lo cierran temprano y quiero que alcancemos a dar un recorrido, oh por cierto, toma—me entregó el peluche que había ganado— es para ti

     —Oww, ¿en serio?—Tomé el peluche— ¡muchas gracias Jos!

     —No es nada, ¿en serio creíste que quería un peluche de unicornio para mí

     —Ey, tú también eres una caja de sorpresas—llegamos a su auto

     —Sí sí sí, como digas enana, sube al auto

     — ¿Enana?, que seas más alto que yo no significa que sea un pitufo, mido 1.64 

     —Bueno pues pie grande, súbete al auto

     —Ok señor secuestrador

     Subí al auto de Jos.

(...)

     Entre pláticas, risas y momentos de karaoke llegamos al lugar, tuvimos que subir una gran colina para llegar al castillo. Era un lugar majestuoso, todo en él se veía sofisticado y delicado, después de recorrer todas las salas del castillo, Jos y yo salimos de ahí, el siguiente destino era el zoológico y así, fuimos recorriendo toda la ciudad de México en el auto de Jos durante toda la tarde, Jos me explicaba qué era cada lugar y la historia que detrás de él se encontraba, la verdad es que este chico sería un buen guía turístico, conforme el recorrido avanzaba más divertido se hacía, en el museo de Frida Kahlo Jos compró una corona de flores y la usó durante todo el recorrido, así mismo que ambos fuimos perdiendo la timidez que al inicio nos acosaba y en cuanto menos lo esperábamos nos encontrábamos tomados de la mano.

     La tarde transcurrió, después de esto calló la noche y nosotros aún seguíamos recorriendo la ciudad, no nos habíamos percatado de qué hora era si Alonso no hubiese llamado a Jos y por ende este vio su celular, no eran nada más ni nada menos que las 2:30 de la madrugada.

     —Bien, hemos recorrido casi todo, sólo nos hace falta un lugar—dijo Jos

     — ¿Cuál?

     —Lo verás cuando lleguemos—me dijo mientras tenía su vista al frente

      Jos condujo durante unos quince minutos cuando finalmente se estacionó.

     —Bien, llegamos—dijo quitando las llaves del auto  

     —Vaya, el monumento a la revolución—dije viendo por la ventanilla

     —Sí, toma tu abrigo, vamos a bajar—dijo Jos tomado su abrigo

     —Jos, son las 2:30 de la mañana, no podemos andar en una Ciudad como esta a estas horas y menos caminando

     —2:45 y no habías dicho nada de eso hasta que supiste qué hora era realmente

     —Sí pero qué tal si nos asaltan o peor aún nos secuestran

     —Vienes conmigo ___, además, no nos han secuestrado en las horas anteriores, estamos bien

     —Me da miedo

     —Tengo una idea, bajamos corriendo y vamos al monumento, al llegar nos paramos abajo, observamos un poco la estructura y regresamos corriendo al auto

     —Jos, no podemos hacer eso, la gente nos vería raro

     —Son las 2:45 de la mañana ___, no hay nadie, sólo que te de vergüenza que te vea algún fantasma 

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