Querido diario; (ya disponible en físico en Amazon)

Querido diario, me gustan las mujeres.

Me lo han preguntando tantas veces que he tenido que salir del armario.
Así que ahora te lo pregunto yo a ti.
Tú que no estás obsesionada con ser esposa ¿No te gustarán las mujeres?
Tú que no tienes miedo de alzar tu voz sobre la de él cuando te pasa por encima.
¿No te gustarán las mujeres?
Tú que piensas que tu trabajo debe ser valorado como el de tu compañero y no te vistes ni maquillas para que te diga lo guapa que estas.
¿No será que te gustan las mujeres?
Tú que defiendes que la justicia es un nombre femenino, gritas sus verdades silenciadas y no tienes miedo de ser "una histérica feminazi"
¿No será que te van las mujeres?
A ti que te gustan las curvas, que reconoces la celulitis como algo normal,  que no tienes pesadillas con arrugas ni tetas caídas  y que piensas que menstruar no es asqueroso ni tu vagina huele raro.
¿No será que en realidad te gustan las mujeres?

Porque a mi sí, te lo confieso.

Me encantan las mujeres: Las fuertes, las valientes, las irreverentes.
Las que no son predicado sino sujeto.
Las que no necesitan canciones dedicadas porque ellas las componen.
Las que dejaron de suspirar por ser inertes musas  para ser vibrantes artistas.
Las transgresoras, las fieras, las intensas y las dulces. Las locas.
Aquellas a las que algunos hombres temen.
No mis hombres, porque a mi me gustan mis hombres bien enamorados de mi celulitis, mi culo enorme, mis futuras arrugas, mis imperfectas tetas, mi terrible comportamiento y mi vulnerable corazón.
A mi me gustan mis hombres fuertes como mi café y calientes como mi cama.
 
Pero por encima de ellos, yo siempre he amado a una mujer. A veces en secreto. A veces con repudio. A veces con miedo.
A veces he pensado que algo está mal conmigo por amar a una mujer.
La misma cuyo reflejo me responde todas las mañanas en el espejo con el pelo enmarañado y la sonrisa somnolienta.

Así que ahora, tú que me has seguido hasta aquí y que tu moral es tan dudosa, te pregunto.
Si no vives para contentar a un sistema que te considera inútil. Te pregunto una vez más.

¿No será que te gustas a ti misma?