[Número nueve]

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Capítulo 9-. Flotando en el vacío

Encerrada en su propia burbuja, recordando cómo empezaba a cerrar la cafetería, (T/N) lloraba. El gran significado que albergaba ese simple lugar no sería borrado, por supuesto, pero le daba mucha pena que el lugar vacío sólo tuviese un enorme "se vende" pegado en las ventanas.

Se quedó en casa durante varios días, sin prestarle mucha atención a los mensajes de Shinya ni, mucho menos, a los de Kenji. Sólo estuvo acompañada de su fiel violín, quien fue el centro de un montón de tonadas melancólicas que nacían de sus sollozos.

En la partitura se observaba el vano sufrimiento de la chica, acompañado de tristes compases suaves al ritmo del instrumento que tanto amaba. Sus manos se movían con brusquedad de vez en cuando, producto de la exageración que le estaba poniendo a su tristeza.

Estaba siendo demasiado injusta consigo misma, y egoísta al mismo tiempo al permitirse tal manera de reprimir su imagen de chica que siempre sonríe. No quería eso, pero su cuerpo reaccionaba solo, resultando ser así por naturaleza.

Uno de esos días, de repente, comenzó a reflexionar bien sobre lo que estaba haciendo. Dejó a su fiel amigo de lado para pensar en Shinya, la razón real por la que estaba tan deprimida por el cierre del lugar.

No quería que los recuerdos se fueran, lo que sólo significaba una cosa: quería apegarse a los sentimientos que tenía por el peliblanco. Aquellos sentimientos que se había empeñado por ocultar pero que seguían siendo demasiado obvios debido a su comportamiento.

Después de haberse esmerado tanto por devolver el brillo a los ojos de Shinya, le quedaba claro que sentía algo más que aprecio por él. Y ese algo lo había desarrollado con el pasar de los días, junto a él, mientras se aligeraba la intriga y las palabras se volvían más dulces. La cercanía que empezaron a demostrar era otra prueba de que debía admitir lo que sentía.

Decidió armarse de valor de una vez por todas para romper su burbuja de aparente sufrimiento, enviando un mensaje a sus dos amigos para pedirles que se encontraran. Tenía que resolver sus dilemas de una vez por todas, y lo haría con todo el valor que fuese necesario.

~..~

Apenas la vio, el de ojos celestes exclamó su nombre con tanta alegría que le hizo estremecer—. ¡Ha pasado tiempo!

—No exageres, nada más fue una semana —rió ella, mientras abrazaba a los dos hombres.

—Tienes que darnos serias explicaciones —bufó Kenji—. Estábamos muy preocupados... Tanto que incluso nos hicimos amigos.

Era gracioso porque los dos habían estado viendo películas de acción y teniendo maratones de videojuegos juntos para tratar de olvidar la preocupación que les causaba no saber nada de ella. Cuando se lo contaron, no pudo evitar soltar una carcajada.

—Y, bien —suspiró (T/N)—. ¿Qué les parece si caminamos por ahí para olvidar nuestros problemas?

—Lo necesitas, mujer —dijo Kenji, sonriente.

La ciudad se encontraba hermosa en esos momentos, ya que se acercaba una fiesta importante como la Navidad, y todos la celebraban. En las tiendas ya había adornos y diversos tipos de árboles, pero eso no era lo mejor de todo.

A diversos precios, y en muchos lugares, se ofrecía una inmensa e increíble variedad de chocolates, algunos importados. A Shinya le llamó la atención eso, y lo tomó como excusa perfecta para darle una muestra de afecto a (T/N).

Compró una caja que al parecer era importada del Occidente. Tenía en letras doradas alguna palabra en otro idioma que no logró entender, mas le pareció un precioso toque. Se los tendió a la muchacha con una sonrisa adornando su rostro.

Ella expresó sorpresa por unos segundos.

—Es un regalo —dijo Shinya, como si no hubiera quedado suficientemente claro.

Con torpeza, ella tomó la caja y se tomó la molestia de contemplarla por unos segundos antes de abrir la tapa y toparse con los deliciosos chocolates. Él sabía que ese le parecía un sabor paradisíaco, recordó habérselo mencionado en alguna de sus previas conversaciones... en la cafetería.

—Gracias —titubeó, no muy segura de si debía tomar uno.

Sin embargo, lo hizo, y quedó impresionada ante el sabor tan puro del chocolate. Sin dudas era un dulce que le encantaba.

Feliz, siguió caminando junto a sus amigos, esta vez con un debate interior en su mente. Teniendo en cuenta los sentimientos que decidió no ignorar más, tal vez estaba a punto de tomar una decisión precipitada.

¿Debería o no debería confesar sus sentimientos de una vez por todas?

Sentía que esa pregunta tenía una sola contestación, y era un desesperado sí. Hace tiempo debió haber sucedido... No lo decía sólo ella, ni Shinya, ni Kenji, sino el mundo entero. Sus sentidos le gritaban que era hacer lo correcto.

—Bueno, creo que es aquí donde nos separamos —suspiró Kenji, de repente, deteniéndose junto a una tienda de instrumentos musicales—. Tengo que reunirme con alguien, para tratar algo de negocios. Espero no les moleste, pero los dejaré solos. Cuídate, (T/N). Tú, no le hagas nada indebido. —Miró a Shinya.

—Está bien —rió ella, y se acercó para darle un abrazo—. ¡Suerte!

—Suerte —sonrió el peliblanco también, y luego de eso Kenji se marchó.

—Qué raro... Pensé que no tenía trabajo —murmuró la chica.

—Claro que lo tiene —comentó el de ojos celestes—, aunque yo tampoco lo creí al principio.

—Vaya... Uh... Shinya, me preguntaba si querrías... hablar un rato.

—Estaba esperando que me dijeras eso, de hecho...

La tomó de la mano, y la condujo hacia un lugar que ni él mismo conocía. Sólo se dejó llevar, y quizás funcionó. Terminaron en el sitio más romántico conocido por los clichés humanos existentes. Un banco, bajo un árbol sin hojas, con nieve empezando a caer de manera tenue.

Ey, tú, el de ojos celestes. Te quiero tanto que no sé cómo decirlo... Me duele haberme dado cuenta tan tarde, aunque de hecho fue propicio. He esperado este momento desde la tarde en la que me digné a pensar sobre mis verdaderos sentimientos hacia ti. Shinya, creo que me he enamorado... Tú eres el único que descontrola mis latidos y me quita la inteligencia. Creo que es por eso que te considero especial. De ser otra persona, seguiría evitándote con la barrera que me pongo siempre, pero... Contigo la eliminé desde que decidí salvar tus ojos tristes.

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Ojos; Shinya HiragiWhere stories live. Discover now