Había una vez pero luego ya no.

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Desde los inicios del tiempo, las criaturas sean cuales hayan sido primero, tenían necesidades como alimentarse o protegerse, algunos excéntricos se especializaron en buscar nuevos territorios donde vivir y hasta que vestir, pero todos tenían algo en común: La reproducción.

Ese bello acto de encontrar una persona para cortejarla, enamorarla, seducirla y finalmente, llegar al acto sexual solo con los propósitos de mantener la especie. Pero con los años esta idea se transformó junto con la industria de los regalos y la el refresco de cola. Estas perversas corporaciones crearon un cuento mágico llamado amor. Si, el amor es esa idea en la que para llegar al acto de preservar la raza humana, tienes que encontrar a otra persona la cual estará a tu lado para siempre y todo será mágico, bello, especial.

Pero como saben en este mundo hay todo tipo de personas y algunos se pierden en el objetivo final, idealizando solo la parte de encontrar ese alguien que nos hará sentir cosquillas, y un ejemplo de estos seres poco racionales es God-Serena. El peculiar protagonista de esta aventura ha sido flechado y ahora ha perdido todo sentido común haciéndolo suspirar cada vez que recuerda a su vecina nueva. Si antes ya tenía una cara de tonto, ahora esa sonrisa enfermiza lo hace ver peor. Acnologia está harto de la situación, incluso compró desinfectantes al escucharlo decir que el amor estaba en el aire.

- Oye viejo, piensas seguir pegado a la puerta todo el día. - Acnologia habla con la boca llena de nieve, mientras sostiene un contenedor tamaño familiar y una cuchara sopera. Se encuentra sentado en la sala viendo como God-Serena esta con un oído en la puerta por si llega su vecina de cabello verde pistache. -Sabes, esta nieve se está acabando y yo no puedo ir a comprarla. Bueno, en realidad no quiero hacerlo. -

Pero sus palabras son sordas ante el enamorado Serena que solo le hace señas para que baje la vos. Acnologia solo lo mira con desaprobación y continúa escarbando en el fondo de bote de nieve y continúa mirando la televisión.

Pasan un par de horas y Serena no ha movido un solo dedo, las piernas ya comienzan a temblarle ante la incómoda posición que tiene, pero su determinación es más grande y su anhelo por volver a ver a su vecina le acelera el corazón.

Algo pasa afuera, un ruido lo hace concentrarse cual león asechando a su presa, unos pasos se acercan y siendo solo su departamento y el de ella al final del pasillo, no hay duda de que si sale en este momento la encontrara cuando llegue. Prepara su cuerpo para saltar en el momento indicado y para su sorpresa tocan a la puerta. Sin dudar abre con una gran sonrisa en su rostro.

- ¡Vecina!- Grita eufórico, pero un par de segundos después la gran sonrisa se evapora de la cara.

- Señor, le gustaría comprar galletas para las niñas exploradoras de América. - Una jovencita de cabello largo y tierna mirada le pone en el rostro una caja que al agitarla hacen que Acnologia se haga presente en la puerta también. Mientras God-Serena hace gestos, su compañero le saca dinero del bolsillo para dárselo discretamente a la joven exploradora y se pueda retirar en paz y lo hace justo a tiempo antes de que el hombre de coletas cierre la puerta de un golpe.

La pequeña niña se retira saltando mientras a la lejanía se escuchan balbuceos, pero cuando nadie la ve deja de saltar y rápidamente saca un teléfono y con una mirada seria hace una llamada.

- Blancos localizados, procedan a la siguiente fase del plan. - Tras esta extraña afirmación, la joven se desprende de su uniforme de exploradora de un solo movimiento y ahora viste ropa normal para salir del edificio sin llamar la atención.

De regreso en el apartamento, Serena aun no ha perdido la esperanza y respira varias veces para retomar la calma, se acerca al espejo que está cerca de la entrada y se asegura que aun es perfecto. Bueno, ante sus ojos el siempre va a ser perfecto pero que le vamos a hacer.

Dos dragones en Nueva YorkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora