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Ambos estaban completamente rojos, uno sobre otro. Hasta que una voz interrumpió su silencio.

—¿Lance? —preguntó Hunk desde fuera.

Keith se quitó de encima del moreno y se sentó en la orilla de la cama.

—Sí, pasa amigo —habló arreglando su playera y sentándose en el otro extremo.

La puerta se abrió y mostró a un Hunk sonriendo de manera preocupada que traía consigo algo de comida.

—Oh Keith, no esperaba que estuvieras de nuevo aquí —habló pasando y entregándole la comida a Lance.

Él la acepto gustoso y comenzó a devorarla.

Los otros dos solo lo veían comer con una ligera sonrisa.

—Gracias Hunk, lo necesitaba —agradeció a su compañero y lo abrazó.

—No es nada Lance —respondió satisfecho y después se separaron.

—No quiero molestar pero ¿por qué le trajiste comida?

Hunk y Lance se dieron una mirada extraña de complicidad.

—Bueno, es solo que a veces tiene un gran apetito

—Sí, y Hunk me trae comida de improviso

Keith no pareció creer eso, pero lo ignoró, no le importaba demasiado.

—Está bien —respondió el pelinegro.

—Bueno, los dejo solos, espero que no necesites más comida de la necesaria —se refirió a Lance y salió del cuarto.

Se sonrieron antes de que cerrara la puerta.

—¿Qué fue eso? —preguntó Keith algo confundido.

—Cosas de amigos.

—Respecto a eso —se acercó a él recorriéndose por la orilla.

—¿Qué sucede?

El ojinegro tenía ganas de preguntarle lo que eran, lo que podían ser, pero tenía mucha vergüenza de delatar su miedo.

—¿Quieres ser mi novio?

El moreno reaccionó de golpe.

—Lo siento, creí escuchar otra cosa ¿podrías repetirlo? —habló con un nudo en el estómago.

—Digo que podemos ser novios —frunció levemente el ceño.

—Sí, es verdad que podemos —respondió nervioso a falta de ideas.

Keith se desesperaba con un gran sonrojo.

—Bien, si podemos entonces ¿por qué no somos novios?

—Sí, por mi está bien

—Por mi también

—Novios entonces

—Novios entonces —repitió el pelinegro.

Ambos apartaron la vista sonrosados.

—¿Hacemos cosas de novios? —preguntó Keith rascando su nuca.

—¿Cómo qué?

—¿Besarnos de nuevo? —levantó los hombros.

—Yo tengo aún preguntas —lo miró a los ojos.

—¿Sobre qué? —inquirió devolviendo la mirada.

—¿Por qué te gusto?

Y Keith se preocupó, era difícil para él admitir siquiera que Lance le gustaba, no creía poder enumerar las razones. Así que contraatacó.

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