Me llamo Camila, y sufro de un trastorno que me hace tener lagunas mentales; no es como si me desmayara, es más bien como si un telón negro cayera sobre mis ojos y me pusieran unos audífonos aislantes de sonido, y cuando regresó, obviamente, no recuerdo absolutamente nada de lo que pasó. Solo me pasa cuando me molesto muchísimo, de esas veces que la sangre se te sube a la cara y la sientes hervir como si te hubieran vaciado un balde de agua caliente en la cabeza.
Solo me ha pasado un par de veces, pero nadie nunca me cuenta lo que pasó, la primera vez me pasó cuando tenía unos seis o siete años, los recuerdos que puedo ver con claridad en mi mente son extraños, recuerdo estar sentada en el porche de mi casa jugando con un par de muñecas y entonces sentí un golpe muy fuerte en la cabeza y el dolor se extendió hacia la nuca, volteé con lágrimas inundando mis ojos y vi a mi hermano mayor de unos nueve años con su balón en la mano y una sonrisa burlona en el rostro. Una rabia increíble comenzó a aflorar en mi pecho, extendiéndose por todo mi cuerpo, como si circulara por mis venas junto con mi sangre; todo se volvió negro, como si me hubieran puesto una venda en los ojos... no recuerdo nada más, solo recuerdo que mi hermano mayor murió aquel mismo año en un "accidente", mis padres nunca hablan de eso, por más que pida respuestas, nunca me las dan.
Por cierto, mientras te cuento esto, estoy en clase de biología, tengo las piernas cruzadas y un libro en el regazo, estoy en último capítulo del libro; el profesor está explicando algo sobre las proteínas y su función en la célula, a mi alrededor hay quienes tratan de tomar nota de todo lo que el profesor dice, unos cuantos están utilizando el celular y revisan su bandeja de mensajes, otros cuantos se han quedado dormidos. Estoy por acabar mi libro, todo iba perfecto hasta que...
-¡Reyes!- la estridente voz del profesor despierta a algunos de los que estaban dormidos y hace que todos me miren a mí, se acerca hasta mi banca y extiende la mano –deme el libro, Reyes- lo miro con una expresión de súplica, pero no tiene ningún efecto, tras un largo suspiro le entrego el libro con resignación, se retira y vuelve al frente del salón justo cuando el timbre anuncia el final de la clase, el profesor grita algunas instrucciones para la tarea y se marcha del salón.
Me quedo sentada en mi banca entristecida y pensando en qué hacer para recuperar mi preciado libro y terminarlo por fin, cuando una chica se acerca a mí, el cabello pelirrojo le cuelga de una liga que lo ata en la parte de atrás de su cabeza, el maquillaje exagerado pero perfecto hace que se vea mayor de lo que en realidad es, este pedazo de clon de modelo de revista se llama Beverly y es una pesadilla, aunque a mí nunca me ha hecho nada, he visto cómo hace que algunas chicas salgan llorando del colegio.
-Pobrecilla, la nerd- dice haciendo un puchero poniendo un tono burlón en su voz – ¿le quitaron su libro a la tontita?- pellizca una de mis mejillas con demasiada fuerza y me lástima, después hace un gesto como si fuera a acariciarme la cabeza pero me jala el cabello que llevo amarrado en una trenza. Me levantó y le hago frente.
-Déjame tranquila, Beverly- todo mundo nos mira, algunos sueltan risillas y otros murmuran cosas entre ellos. Todos mis compañeros que me habían estado ignorando durante el transcurso del día ahora están atentos a la discusión.
- ¿Cómo por qué iba a hacerlo? - pregunta, y sin esperar respuesta añade con desdén – me aburro mucho- me jala de nuevo el cabello y yo le doy un empujón, apoyando mis manos en sus hombros, lo que la hace enojar, da un paso hacia a mí, acercándose de nuevo y me propina un golpe en la mejilla "¿por qué ahora" me pregunto "ni siquiera me voltea a ver cuando paso a su lado en los pasillos, ¿por qué hace esto?".
El enojo y el coraje me suben por la garganta como si de bilis se tratara, "en tu mochila, tienes una navaja de artista que trajiste para terminar con tu proyecto de artes, úsalas, rájale la garganta a la zorra" susurra una voz en mi cabeza, suena suave como el ronroneo de un gato, pero demandante y con cierto aire maligno, me causa un escalofrío. "¿Qué?" respondo "¿Por qué haría eso? No estoy loca", la vocecilla en mi cabeza suelta una risilla "oh, pero por supuesto que lo estás".
Y entonces, todo se vuelve negro, como si mis párpados hubieran caído, cerrando mis ojos; dejé de escuchar los murmullos de mis compañeros de clase, como si me hubieran aislado del mundo en un cuarto oscuro... Y los recuerdos comenzaron a transcurrir ante mis ojos, sobre mis párpados cerrados, como una película proyectada en el cine. Estoy sentada en el porche de la casa, siento un golpe y al voltearme, veo a mi hermano con una sonrisa burlona en los labios y su balón en las manos, siento la cara hirviendo, frunzo el ceño y le grito:
- ¡Eres un tonto! - él se ríe.
-Y tú una loca enferma, tú mataste al perro del vecino cuando te mordió, le aplastaste la cabeza contra una roca- me levantó para encararlo, estoy enojada y cuando hablo de nuevo, mi voz cambia casi por completo.
-Y te aplastaré la cabeza a ti también- y sonrió con malicia, mi hermano pierde el color de su rostro y corre al interior de la casa, corro las él, está hincado en el primer escalón de la escalera, ha resbalado con el tapete que mamá ponía enfrente de las escaleras, me le acerco por la espalda y lo empujo con toda la fuerza que me es posible, se golpea con orilla de uno de los escalones, el golpe suena fuerte y consistente, me fascina; lo empujo de nuevo, tiene cara de atontado, lo sigo empujando hasta que ya no se levanta más, le levantó la cabeza, le sangra mucho la nariz y tiene una enorme cortada en la frente, ahí donde se ha golpeado con el escalón; "mi trabajo aquí está hecho" pienso, cierro los ojos y caigo inconsciente.
Después de unos momentos, "regreso al mundo", por decirlo de alguna manera, una de mis mejillas me escoce, es lo primero que noto, la toco y el ardor crece, tengo un rasguño, tres más bien, las toco y son tres líneas que cruzan toda mi mejilla, desde el pómulo hasta casi tocar la mandíbula. Trato de levantarme y resbalo; estoy sentada sobre un charco de algo color escarlata y de tacto pegajoso, tardo un momento en reaccionar y reconocerla: esto es sangre.
Por un momento pienso que todo esto proviene del rasguño en mi mejilla; "¿Cómo es posible que sangre tanto un simple rasguño?" pienso, entonces veo que del charco se desprende un hilillo, como un río que desemboca en el mar, este pequeño río sale de una herida en la garganta de alguien, el cabello pelirrojo recogido en una coleta es lo único que necesito para reconocerla: Beverly; y a su lado está mi navaja de artista, la pequeña y afilada hoja está cubierta de sangre al igual que el mango. Sus ojos miran el vacío con terror y sus labios están manchados con su sangre, como si hubiera cambiado su labial rosa claro por uno color carmesí.
Mis oídos se destapan, como cuando bajas de un avión que haya estado volando, y soy consciente de que los chicos de mi clase están congregados a mi alrededor... y al del cadáver de Beverly; sus risillas reemplazadas por horrorizados murmullos rápidos y miradas de terror; entre esos murmullos logro captar algunas palabras sueltas: "asesina", "psicópata", "loca". Todas se sienten como cuchillazos en mi estómago. Me acerco a Beverly y toco su cuello, no noto ninguna pulsación, pero si veo que mis manos están cubiertas de sangre también, capto la conversación de dos chicas a mi izquierda; "¿Y viste cómo sonreía cuando lo hizo?" pregunta una, "si, era la cara de una loca" responde la otra; las miro y ambas pegan un brinco hacia atrás. Miro de nuevo el cadáver de la pelirroja, su mano está extendida hacia mí, la imagen es morbosa; "morbosamente hermosa" dice la voz ronroneante de mi cabeza.
Mil y un preguntas se arremolinan en mi cabeza, pero resalta una, como si estuviera escrita en enormes letras rojas, rojas como la sangre que está a mi alrededor y que cubre mis manos:
"¿Qué es lo que he hecho?"
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Antología De Cuentos Errantes
LosoweAntología de cuentos cortos de un solo capítulo de suspenso o misterio. Pueden llegar a hablar de recuentos cotidianos de la vida que se transforman por algún hecho perturbador y turbio. Prohibida su adaptación, copia o distribución, todo debe de...