María

6 0 0
                                    

Hay una mujer parada frente a la ventana, no es muy alta, pero es esbelta, viste un vestido largo color esmeralda con adornos dorados, al estilo de los que se usaban en las épocas victorianas, pero sin las faldas anchas, caía en forma de "A" hasta el suelo; sostiene una libreta y recita con voz fuerte y entonada los últimos versos de un poema escrito con su puño y letra. En la otra mano sostiene una pluma. Su rostro es bello, a pesar de que el tiempo le ha pasado factura, dando a entender que en otros tiempos fue una mujer preciosa: la nariz curva y un tanto respingada le confiere un hermoso perfil, sus ojos grandes nunca se deslucieron ni con el pasar del tiempo, pero si surgieron las pequeñas arrugas en los flancos de cada uno; los pómulos altos le dan una apariencia de una persona estricta y reservada, tiene unas ligeras arrugas en las comisuras de su boca, que enmarcan sus delgados labios, que  lleva pintados de un rosa muy tenue; el cabello negro, salpicado de canas plateadas lo lleva recogido en un apretado moño en la parte de atrás de la cabeza. Es la representación tácita de lo que hoy en día se dice que es "envejecer con orgullo". 

-Compartimos un sueño, nos contamos mil ilusiones. Muchas veces te vi fruncir el ceño, no me apoyaste en muchas situaciones. 

-Ese verso te ha quedado bello, María- a sus espaldas una voz familiar se hizo escuchar -¿me lo has dedicado a mí? 

-Te has tardado hoy en venir, Marcos- dice ella, tratando de desviar el tema. 

-He tenido contratiempos- ella levanta la vista y ve al que alguna vez fue el amor de su vida acercarse a ella -no respondiste mi pregunta. 

-Si, Marcos- dice torciendo los ojos -como todos los versos que he escrito hasta ahora, este también te lo he dedicado- deja el cuaderno y la pluma sobre el marco de la ventana -¿cómo puede un objeto de mi imaginación tener contratiempos?- dice girándose hacia él, un tiempo atrás, María descubrió que ella era la única que podía ver a su esposo muerto, porque era una creación de su mente, una ilusión. Como había fallecido muy joven y ella no había estado con él al momento de su muerte, la imagen que se presentaba ante ella era la que se había grabado en su mente de la última vez que lo había visto con vida: un hombre joven, alto y apuesto, el cabello castaño y lustroso peinado hacia atrás, los labios gruesos y atractivos de los que podían salir las más crueles palabras cuando se molestaba, pero que pintaban una hermosa sonrisa cuando estaba alegre, sus ojos profundos color miel, capaces de atraparte y distraerte durante una reñida partida de pocker o ajedrez, pómulos altos y su característica barbilla partida le daban un aspecto aún más atrayente, sus mejillas siempre limpias, sus cejas perfectas, largas y un tanto gruesas, que casi podían juntarse cuando fruncía el ceño en un gesto de frustración o de concentración. La última vez que lo vio, él llevaba un traje negro hecho a la medida que se ceñía perfectamente a su figura y le daba el aspecto de un hombre de negocios que sabía perfectamente en lo que se metía y lo que hacía. Lástima que aquella confianza no le haya servido aquella vez. 

-Es que no habías pensado en mí, María- dice Marcos con un ligero aire de dramatismo -¿será que eras tú la que estaba ocupada? 

-¡Pero por supuesto que sí!- responde ella con un tono de indignación -lo creas o no, a pesar de mi edad tengo ocupaciones y tareas que atender, además de que Antonia, Marcela y la señora Portillo me han invitado a almorzar hoy en el club campestre. 

-Había olvidado que erais el "Club de las Viudas Sin Ocupación"- ríe él, mostrándole esa sonrisa que le había insinuado a acercarse a él cuando lo conoció en aquella fiesta de su tía Sonia hace ya muchos años. 

-Eres un malcriado- dice ella juguetonamente, devolviéndole la sonrisa después de un momento -pero, ¿qué esperabas?- la nostalgia llena su voz -conforme uno va avanzando en edad comienza a vivir solo de recuerdos de aquellos buenos tiempos- se gira de nuevo a la ventana para ver la caída del sol sobre la ciudad. 

Antología De Cuentos Errantes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora