Sin sonido.

762 73 0
                                    

Era una noche agitada. No podía fingir lo contrario. Después de todo, no quería llegar a la casa y tener que dormir al lado de Iori como si nada pasara, al fin y al cabo, su novio era muy pacífico si así lo sentía necesario.

No podía evitarlo. Tuvo que salir temprano de la casa sin avisarle a Iori, tuvo que ir a ver a su hermano que le había pedido con total particularidad un favor (¡y era su hermano mayor! No podía negársele) y era muy probable que su novio estuviese enojado.

Comenzó a pensar, ¿hace cuánto estaba con Iori? Días semi-nublados le fueron evocados por su cabecita. Los primeros días de noviazgo fueron realmente complejos, ya que ninguno miraba al otro, y ninguno de los dos tenía el valor de empezar un sencillo beso.

De hecho, solían tener vergüenza. Mucha vergüenza de quedar solos, ya que no podían hablar y el ambiente se hacía pesado, mucha vergüenza de tomarse la mano creyendo que el otro criticaría lo sudorosas que estaban, o el mero hecho de estar temblando.

Recordó también, esa primera vez, dónde a tropezones y golpes, y ligeros choques con viejos muebles de madera, terminaron llegando torpemente a una cama, después de un par de sencillos besos de reto. Parecía que un beso desencadenó una fiera pasión ardiente, un aliento jadeante que se volvía vapor ardiente al subir, unas paredes que no cubrirían todos los ruidos; unas palabras sensualmente susurradas al oído como quién derrama un elixir de pasión sobre una taza de té, como quien no puede contener nada más que las palabras vueltas nudo en la garganta... una, tras otra, tras otra, las palabras no salían, sólo sonidos obscenos sin una razón, sin un sentido, que lo confundían, que lo volvían loco, que lo obligaba a querer afianzar más, y más el contacto del cuerpo de Iori contra el suyo.

No entendía de dónde salió toda la pasión que en esos momentos salía de sus poros de forma de sudor, y los empapaba, los hacía gemir, los descontrolaba... los hacía explorar nuevas sensaciones.

Riku comenzó a sentirse incómodo con sus propios pensamientos. Recordó que aquel día, intentó decirle mil y un veces a Iori que lo amaba, que quería más y más cerca su cuerpo húmedo, que con sus uñas quería aruñar su espalda... intentó decirlo un sinfín de veces y todas ellas eran calladas por la boca de Iori, que entrelazaba su lengua a la ajena, que hacía fluir el amor por toda su cavidad, de boca en boca; le robaba el aliento por cada beso.

Esa noche aprendió uno de los fetiches más grandes de Iori.

"¿Cuánto podrás durar sin gemir mi nombre? Me gustas más en silencio..." le susurró al oído pausadamente, mientras atrapaba sus muñecas a los costados de la cama.

Inhaló profundo antes de que su mano fuera directo al pomo frío, y lo giró sutilmente.

Ingresó al lugar, que estaba con las luces apagadas; sabía que los chicos de IDOLiSH7 dormían temprano, así que aún alcanzaba a ingresar al cuarto de manera silenciosa. Cerró la puerta, y ahí, sentado entre la obscuridad, vio al joven de orbes grises con los brazos cruzados.

Este se acercó a él, y el pelirrojo sólo pudo cerrar sus ojos mientras unas manos se posaban por su cintura. Sabía lo que iba a pasar, era su ritual diario y a él le encantaba.

"¿Crees que puedas subir al cuarto sin emitir ruido alguno?" y la apuesta volvía a comenzar.

[IDOLiSH7] Drabbles (IoRiku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora