Capítulo 1.

435 20 57
                                    

.

.

.

.

Las personas dices que solo hace falta una mirada para saber si el amor de tu vida está frente tus ojos, observándote de la misma forma, sintiendo lo mismo que tú en muchas ocasiones. Un destello aparece en tus ojos y tu corazón casi se detiene, tus pensamientos no son coherentes y las cosas van como en cámara lenta...

Nada de eso le pasó a Kyoya en realidad, mucho menos a Ryuga. Todo comenzó con un odio, un fastidio mutuo hasta el punto de ser casi insoportable. Sus personalidades eran tan chocantes que no podían permanecer juntos, era la ley de la naturaleza. Sin embargo, pasando el tiempo, aprendieron a no "odiarse", a no tener que matarse a cada encuentro; bien dicen que de el odio al amor sólo hay un paso, bueno... Pues el paso no fue nada fácil para ellos. De la forma más extraña aceptaron sus sentimientos, y de la forma más extraña lograron convivir uno con el otro, hasta el punto de volverse cómplices y amantes.

5 meses.

En la actualidad, cinco meses ya habían pasado. Cinco meses desde el "incidente" del que aún nadie más sabe. Cinco meses desde que estaba con Ryuga, como pareja.

Resumiendo, las cosas no habían cambiado mucho; la ciudad era la misma, las personas eran más mismas, él era el mismo... Tal vez lo único que haya cambiado era que ahora convivía con el que suponía, era su enemigo.

.

.

.

.

Kyoya levantó con una total pereza de la cama, se sentó en ella aún con los ojos cerrados, negándose a recibir la luz de un nuevo día, frotó sus ojos sin cuidado para luego bostezar, al mismo tiempo que estirada su algo adolorido cuerpo. Se quedó sentado unos segundos más admirando con dificultad algún punto muerto en la habitación, pensado seriamente en tirarse a dormir otra vez, cabe destacar con su cabello más alborotado de lo normal y sus ojos hinchados y entreabiertos, era una imagen bastante cómica. Volteó con desdén a su lado derecho, notando el bulto entre las sábanas y un manto de cabello blanco y un poco de rojo, apenas sonrió al verlo, no creyó haberle dado permiso a Ryuga de haberse quedado en su casa esa noche, pero después de lo que pasó, no iba botarlo así como así.

Se arrastró sobre la cama hasta llegar a la orilla, dejando que la sábana se deslizara de a poco por su cuerpo desnudo y se logro levantar, caminando sobre el frío suelo hasta llegar a la puerta del baño, tenía un dolor de cabeza que le estaba matando, sus pulsaciones las sentía en sus sienes, martillando una y otra vez volviéndolo loco, se llevó también una mano a la cadera, le dolían, y como no, Ryuga había estado increíblemente rudo en la noche, claro, en el momento no le molestó en lo absoluto. Se vio frente al espejo y se rió de si mismo, estaba hecho un desastre, ojos rojos, cabello completamente despeinado y cara de muerto, algunas marcas de beso sobre sus hombros, pecho y cuello y en sus muñecas una marca aún roja por los juegos del albino, que le gustan verlo amarrado e inmóvil. Un sádico de primera. Un escalofrío corrió por su cuerpo al recordarlo otra vez, así que dejó eso de lado, sino volvería a excitarse.

Se tomó el estómago en una repentina molestia que venía sintiendo desde hace ya varios días, para luego sentir una pequeña arcada, se cubrió la boca y sintió otra, rápidamente abrió la tapa del escudado y se arrodilló frente a éste, dejando salir todo lo que antes había dentro de su estómago. No le sorprendió mucho sentir unas manos en su nuca, ayudándolo a recoger su ahora más largo cabello y dándole algunas palmadas en la espalda.

¿Todo bien ya?  murmuró Ryuga cuando terminó, el horrible sabor en su boca lo hizo hacer una mueca, rápidamente se levantó y volvió a lavabo para enjuagar su boca.

Kyoya-Neko: ¡¿Qué Diablos...?! [M-PREG]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora