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Era 24 de Diciembre.
En aquella oscura habitación, sobre su cama desecha y con las sábanas por el suelo estaba Kyoya, su mirada estaba perdida en algún punto de la habitación, pensando, mientras sostenía algo bastante peculiar en su mano derecha.
Pensaba detenidamente en si ver el resultado de aquella prueba o no ¿Por qué debía dudar? Él era un hombre, no podía estar en esa clase de situación, pero aun así tenía miedo, miedo de que fuera realmente cierto, y a pesar de que tenía la prueba frente a él no se atrevía a verla.
Llevaba tres días. Tres jodidos días encerrado en aquella casa él solo, pensando, llorando, destruyéndolo todo sólo por rabia. Se sentía fatal mental y físicamente, el hecho de despertar cada mañana, y vaciar por completo su estómago no lo tenía muy contento, pero tampoco convencido de que lo que le estuviera sucediendo sea obra de el embarazo, por ello, esa mañana había ido a comprar una prueba de embarazo, de esas que se encuentran demasiado fácil en farmacias, fue rápido, sólo unos pocos minutos y ya, pero le molestó la mirada tan extraña que la chica le había dado por comprar aquella prueba, como si leyera su mente y de esa forma haya sabido de su supuesta "condición". Huyo de ahí tan rápido como pudo y fue a casa a encerrarse de nuevo, para hacer todo lo que el pequeño empaque en sus manos le dictaba.
Tenía más de cinco minutos ahí sentado, tratando de formular en su mente cada posibilidad, cada posible reacción al ver el resultado, ¿qué haría después? ¿qué pasaría? ¿qué le diría a las personas? ¿cómo iba a ser su vida?
Se secó una lágrima que cayó apenas por su ojo izquierdo y respiró profundo, completamente convencido de que todo era una vil mentira de ese jodido doctor, que cambiaron el resultado sin querer con el de otra persona y en realidad sólo tiene un extraño virus que lo hace sentir cansado, hambriento y con náuseas, que lo hacía sentirse hinchado y sentimental todo el tiempo, esa era la única forma en la que se daría cuenta de aquel error, y podría vivir feliz nuevamente.
—Por favor Kyoya, estás actuando como una jodida nena llorona...—gruñó para si mismo, apretando los puños y volvió a suspirar— Todo estará bien, idiota...
Alzó su mano y vio el resultado, le costó unos segundos darse cuenta de las dos pequeñas rayas que había en el aparato, soltó una ligera risa en un extraño jadeo, antes de llevar su otra mano a su boca y cubrirla, para así retener aquellos sollozos, lanzó la prueba al suelo y volvió a tirarse en la cama, su llanto apenas era audible mientras un mar de lágrimas caían sobre su almohada.
¿Qué carajos haría ahora?
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Era 24 de Diciembre.
Hacía ya tres días desde que había dejado a Kyoya en su casa aquella vez, se sintió tan mal el dejarlo solo en aquel lugar, pero fue él quien no quiso dejarse ayudar, así que no tuvo más opción que irse y esperar cosas buenas.
Había mandado a Gingka para por lo menos saber que Kyoya se encontraba perfectamente bien, pues no había querido responder sus llamadas ni mensajes, y el pelirrojos no le supo decir realmente como estaba, pues este apenas y le habló sin siquiera abrirle la puerta.
Suspiró, llevándose la mano izquierda a los ojos, frotándolos un poco con frustración mientras se sentaba en una banca en el parque casi sepultado en nieve.
¿Que qué pensaba de toda esa situación?
Bueno... Él no quería opinar nada, no quería pensar realmente en las consecuencias de que lo que Kyoya estaba pasando fuera realmente realidad o no pero, el sólo quería estar con Kyoya, quería saber que estaba bien, tener una voz y voto en cada una de las cosas que él haga con "ese asunto". Pero ¿Qué opinaría? El ni siquiera estaba seguro de lo que quería hacer.
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Kyoya-Neko: ¡¿Qué Diablos...?! [M-PREG]
RomantizmNo ha pasado mucho tiempo desde lo sucedido. Las actitudes de un animal han desaparecido casi por completo de su cuerpo, pero hay algo que jamás podrá ser reanudado, algo que ya está hecho y no podrá cambiar. Esa experiencia tan extraña y fantasiosa...