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Despertó, ligero como una pluma. Su cuerpo casi flotaba en la habitación. De nuevo era completamente blanca. Se enredó entre las sabanas de la cama sin muchas ganas de levantarse. Pero luego con rapidez volteó su cuello, lo hizo tan fuerte que pensó que su cabeza se desprendería de su lugar.
Llanto.
Un molesto llanto, dulce, pero era realmente desesperante en el sentido de que no sabía de donde venía, y si lo sabía, no podría ahuyentar el malestar de la pequeña criatura.
Se levantó con agilidad, despreocupado de dejar las sábanas en el suelo y caminó con paso ligero pero veloz, pasillos pálidos cruzó por un rato siguiendo el lloriquear que no supo cuando, pero en algún punto se volvió un dúo de voces, corrió esta vez, era tan extraño sentir tanta necesidad de saber qué pasaba, qué estaba mal.
Sentía que estaba cerca, muy cerca.
¿Esta era el mismo lugar de antes siquiera? No lo recordaba tan malditamente grande y espacioso.
Logró ver algo en el manto albino que era ese lugar, no una cuna de nuevo, no. Esta vez eran dos. Dios, eran dos bebés. ¿Cómo podría él solo con eso?
El llanto lo llamaba, sin embargó, por más que corriera las pequeñas camillas no parecían acercarse más, sentir que caminaba en el mismo sitio.
De la nada notó a Ryuga acercándose a las cunas...
¿Ryuga? ¿Qué demonios hacía él ahí? Él se acercó a las cunas completamente ajeno de que Kyoya estaba ahí, y se asomó por encima de ellas. Que injusto, eso era realmente muy egoísta.
Kyoya realmente quería acercarse, el llanto lo vivía loco. Ryuga sé quedó frente a las cunas, Kyoya se detuvo, después de todo, hace un rato que ya no avanzaba.
Ryuga sonrió, y Kyoya se sorprendió. Era un sonrisa, realmente hermosa... Nunca había visto a Ryuga sonreír de esa forma, él sonreía con una felicidad que nunca había visto reflejada en su cara, se veía... Realmente adorable.
Ryuga se agachó contra una de las cunas, y sin dejar de sonreír tomó el pequeño bulto de sabanas dentro de ella. Kyoya saltó un gemido frustrado, no entendía porqué, pero sentía celos de que sea Ryuga que los viera, el también quería...
Ryuga lo tomó con cuidado, y acercó las sábanas blancas a su pecho y siguió sintiendo, acercó su mano a lo que era un bebé, un par de manos pequeñas tomaron el dedo que Ryuga le extendió y el albino rió ligeramente.
Kyoya.... También rió, como negarlo, era sumamente adorable ver a Ryuga dejar salir sus emociones y comportarse tan lindo y cuidadoso con la pequeña cosita entre sus brazos.
En algún momento, sus miradas se encontraron, Ryuga le sonrió como un niño emocionado, Kyoya quedó paralizado, no sabía cómo interpretar eso, aún así trató de acercarse, no puedo en lo absoluto. Ryuga dejó de mirarlo otra vez, y tomó la manta sobre la cabeza de la criatura, y descubrió un bello manto de cabello de color.
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Kyoya-Neko: ¡¿Qué Diablos...?! [M-PREG]
RomanceNo ha pasado mucho tiempo desde lo sucedido. Las actitudes de un animal han desaparecido casi por completo de su cuerpo, pero hay algo que jamás podrá ser reanudado, algo que ya está hecho y no podrá cambiar. Esa experiencia tan extraña y fantasiosa...