Capitulo 4

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Mi cuerpo estaba inmóvil, sobre la que creía era una silla. Mi visión era borrosa, y ni hablemos de mi sentido del oído, apenas escuchaba unos murmullos a mi alrededor y tras no entender, sabia que no era algo bueno.

Gire levemente mi cabeza hacia un costado y la brillante cabellera naranja de Aleksandria me dio a conocer que ella estaba alado mío.

-...¿Aleksandria?...- susurre como pude, pero ella no contestaba.

Volví a intentar y entonces ella me contesto.

-Ah...Chris no hagas ruido- hasta en ese estado era mandona.

Cada vez que volvía mi mirada hacia adelante, sobras se disipaban frente a mi. Se distinguían las cabezas de cada sombra, pero al momento de ver su cuerpo, podías constatar que tan solo era bruma.

Entre todo lo que murmullaban las únicas palabras que había podido entender fue:" Hija de Artemisa".

Ya harto de la situación comencé a balancear mi silla hacia un lado hasta que esta se callo al piso y el espaldar se trizo, por lo que cuando comence a mover mis manos, estas se comenzaban a desatar de las gruesas cuerdas con las que estaban atadas.

No sabia si las sombras se habían dado cuenta de que trataba de escapar, pero hasta entonces no me habían detenido.

Ya cuando me había desatado la soga de los pies, mire hacia mi alrededor y vi el arco con el juego de flechas tirado a no mas de un metro lejos de mi. Estire mis dedos y estuve a punto de atrapar los instrumentos, pero entonces sentí como me tomaban por los pies y me arrastraban, trate de anclarme al piso pero no podía. Me gire para ver que seria lo que estaba apresando, era una sombra de las que deambulaban cerca del techo.

No veía sus manos alrededor de mi pie, pero sabia que estaban allí. ¿Cómo demonios iba a destruir algo que hasta el aire lo traspasa?

No pensaba nada, solo tome una de las flechas que se habían caído al suelo y la clave en donde seria la nuca de la bruma. Esta enseguida soltó mi pie y se comenzó a retorcerá unos pocos centímetros lejos de mi. Provocaba un sonido moribundo y de dolor; mis oídos no resistían el chillido que provocaban sus uñas contra el concreto del suelo hasta que desapareció dejando un desgarrador grito. Se esfumó y las demás sobras con él.

Cuando reaccione, me levante del suelo y fui hasta donde estaba Aleksandria. Ella también estaba atada a una silla pero al contrario de las sogas que me sujetaban a mi las de ella eran negras y por lo que vi estaban lastimando la piel de sus muñecas.

-¿Chris?..-dijo agonizante- ¿Cómo se fueron?

-Cállate, déjame sacarte, entonces te explico.

Desaté las sogas de sus muñecas y de sus pies. La cargue hasta la habitación y la recosté en su cama.

-Tienes que quitarte esa ropa- hablé por lo bajo y ella me fulmino con la mirada.

- Estas loco, abre ese cajón- señaló una gaveta de el closet- allí hay varios frascos pequeños de cristal, toma el azul.

Camine hasta la gaveta y tome el pequeño envase que me había ordenado. Se lo entregue y ella bebió el liquido azul, haciendo malas caras.

-Ahora solo déjame dormir, ya estaré mejor.

- Estas loca si crees que te dejare sola- renegué y ella me fulmino con la mirada.

-Vete- ordeno y me dio la espalda.

- He dicho que no- sentencie y me senté en una silla a un lado de la cama- Me voy a quedar aquí.

Ella no volvió a decir nada, así que me recosté en la silla con las brazos cruzados sobre el pecho. Me fije que ella aun llevaba los zapatos asi que me aproxime a quitárselos.

Era increíble la forma en la que sus heridas en los pies se iban desvaneciendo, al tiempo que una línea brillante pasaba entre la carne abierta.

Rodee la cama y mire sus muñecas, lo mismo les estaba pasando. Las heridas se estaban sellando como si se tratara de unir dos pedazos de masa. No quedaba ni marca de lo que habrían sido sus heridas hace unos minutos.

Mire su rostro y me fije que tenia algunos golpes y cortes cerca de la ceja y el labio, habían unos cuantos moretones cerca de su mentón y en su cuello, pero poco a poco se fueron sellando los cortes y borrando los golpes.

Sonreí inconscientemente cuando ya vi que ella esta completamente curada.

Movi la silla del lugar en donde estaba anteriormente y la coloque del lado contrario para poder verla dormir. Ella era muy linda inclusive mientras dormia.

Al cabo de unos quince minutos no quedó marca en que ella que denotara que hubiese formado parte de alguna pelea o hubiera sido una rehen. Sonreí inconscientemente cuando ya vi que ella esta completamente curada.

-Se supone que deberías estar durmiendo- musitó ella con sus ojos cerrados y yo di un pequeño salto.

- Se supone que deberías de haber ido a un doctor- ella sonrió.

Pasé mi mano por su cabello y ella solo sonrió.

-¿Ya te sientes mejor?- le hablé bajo y ella asintió.

Me había quedado a dormir a su lado en la cama toda la noche, ya había amanecido y ni siquiera habíamos comido la noche anterior y mi estomago se estaba devorando a sí mismo.

- Voy a tomar una ducha es todo lo que necesito- ella se levantó de la cama y caminó fuera de la habitación.

No me había dado cuenta de que tenía algo pegajoso en mi cuello. Pasé mis dedos sobre mi cuello y me di cuenta de que era sangre lo que cubría gran parte de mi garganta y mentón. Lo mas probable era que por la desesperacion de asegurarme de que Aleksandria estuviera bien, mi cerebro hubiera pasado por alto el dolor que provocarian las heridas.


La casa del lagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora