Capítulo 3

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El semidiós alzo la mirada y contemplando el amplio cielo, ascendió a lo más alto para llegar a la tierra divina en presencia del supremo, el semidiós procede a inclinarse ante su divina presencia. Entonces procedió a explicarle su malestar y suplicarle por la vida del rey.

-Padre ... me postro ante tu divina entidad, para implorarte por tu servidor el rey de Fairelly que ahora yace muerto en el campo de batalla, sea para ti la gloria de la guerra -dice Dakugurasu-

-¿Un mortal? ... miles de mortales mueren en el mundo, ¿por qué debería de importarme un rey que perece en una guerra? Con gusto será alabado entre sus semejantes, pero aquí ese rey no es nada más que otro mortal, por ende tu solicitud será negada. -responde la entidad-

-¡¿POR QUÉ ERES TAN EGOÍSTA?! ... todo lo que hice fue por ti, eres mi padre... lo que a mi también me convierte en un Dios supremo ... debería poseer el poder para dar vida! -grita enojado Dakugurasu- 

-Tu visión ha sido segada, no debiste de pasar tanto tiempo con los mortales... desde ahora serás retenido en el Empíreo y te alejarás de la humanidad -dice serio el dios supremo-

Probablemente el miedo y la ira que tenía acumulada el semidiós lo hizo alzar la voz ante su padre, quizás de controlar sus impulsos ... él hubiese tenido una mejor suerte, Dakugurasu se resistió a quedarse en el Empíreo, entonces su cuerpo pareció cambiar a la apariencia de un demonio humanoide recobrando el cabello largo de color gris . Tras cada segundo que pasaba el parecía más molesto, el supremo dios no soportaría tener que presenciar tal insolencia y ver a su hijo convertido en un demonio, el dios alzaría la voz contra su propio hijo y le da como castigo lo que él tanto quería; permanecer entre los mortales, conservando su inmortalidad, pero a cambio la entidad le presagió que su estancia entre los seres que habitan ese mundo sería trágica, puesto que sería culpado por todos sus pecados.

-Si tanto quieres estar con ellos, permanecerás por la eternidad oculto en lo más oscuro del reino... suplicarás para volver a la casa de tu padre, pero las entrada se te será negada por tu insolencia, ahora puedes retirarte -dice serio la entidad supremo-

-Te crees mucho ... solo por tener el mundo a tus pies ... deberías de pensar en tu arrogancia ,padre. Al final yo seré el eclipse de tu divinidad - dice molesto Dakugurasu- 

El semidiós prosiguió a desaparecer de la vista de su padre sabiendo que sería la última vez que pondría un pie en el Empíreo, se trasportó al mismo campo de batalla donde volvería a contemplar la horrible escena que había hecho ... confesó sus pecados en silencio y tomó en sus manos la lanza que le había dado la victoria de la guerra, levantó la mirada en alto y comenzó a caminar en dirección a Fairelly. Al llegar ante el palacio, se encontró con un grupo de guardias que custodiaban la puerta principal y que apuntando sus lanzas ante el semidiós le negaron la entrada. El semidiós sin entender que sucedía bien, solicitó ver al príncipe para comunicarle la triste noticia, pero grande sería su sorpresa al ver salir a Blas ante él.

-Que te hace creer que puedes poner un pie dentro del palacio después de tu delito, creo que ahora quien terminará en el calabozo por los siglos será un bastardo que se atrevió matar a los reyes de Fairelly.... ¿qué castigo merece un traidor?Déjame ponerte al día, resulta que mi hermano a muerto y el culpable fuiste tú... lo cuál nos haría sospechar que desde un inicio quisiste hacerte con el trono de Fairelly al sacarte del medio a las cabezas del reino, conmigo en la prisión... tú hubieses sido nombrado rey, pero ahora todos sabes que cometiste todos esos delitos y el precio será sin duda alguna tu retención... y por tú bien será mejor no resistirse.  -dice seguro Blas-

-¿Tú crees que yo le haría tal cosa a tu hermano?La única razón por la que he vuelto fue para instruir al príncipe para que sea rey algún día, eso hubiese deseado su padre-dice confundido Dakugurasu-

-No solo se te acusa de la muerte del rey, sino que la de todo aliado perdido en la guerra santa, osea déjame decirte que no tienes una posición muy privilegiada dentro de mi corte ahora. Guardias, procedan a llevar al calabazo a este traidor  -dice sereno Blas-

El paisaje se torno tenso, el semidiós permanecía rodeado de guardias y sin demostrar movimiento, mientras que veía como un ángel, fiel al rey Shion, tomaba su espada y amenazo con cortar la cabeza de Blas sino se daba la liberación inmediata del semidiós. ¿Por qué haría eso? ...

-Hagan lo que quiere -dice Blas-

-Por favor, compañeros saben que ese hombre que se presenta ante nuestros ojos dice la verdad, confió que él no es el verdadero culpable de la muerte de nuestro rey. Ahora por eso me condeno a mí mismo a morir ... si el semidiós escapa de Fairelly -dice seguro el ángel  a sus compañeros-

Sin entender bien lo que sucedía, el semidiós desapareció dejando únicamente una bruma pesada. Los guardias se arrodillaron ante Blas y suplicaban su perdón por haberlo dejado escapar; por otro lado, el ángel que se atrevió a amenazar al nuevo rey se encontraba tumbado a sus pies suplicando por su vida.

-Puedes dejar de humillarte de esa manera ... -dice Blas mientras observa asqueado sus pies-

-Su majestad, es usted muy bueno al perdonarme la vida -dice el guardia levantando la cabeza-

-Tienes razón... su majestad es muy buena ... que no puede soportar tal traición, que dirían los demás, el rey dejó sobrevivir a todos los guardias que dejaron escapar a la única opción que teníamos de eliminar a los demonios para siempre ... no lo creo o sí? -Blas toma una espada-

QUE CLASE DE REY SERÍA SI TE PERDONO LA VIDA, TÚ CONDENASTE A CADA UNO DE NOSOTROS DEJA QUE TE AGRADEZCA POR TUS SERVICIOS A LA CORONA.

-Su majestad ... -el ángel se arrodilla ante Blas -

-Nosotros los reyes ... posemos las alas como señal de nuestra divinidad, no entiendo como un traidor y puede poseer tal privilegio... que te parece si ... hacemos unos cambios ahora -Blas procede a acariciar las alas del ángel-

Blas con sus manos acariciaba las alas del ángel, para luego proceder a realizar un corte brusco en las alas del ángel, que despertaría un terrible grito de dolor en el ángel, los demás guardias seguían inclinados intentando no escuchar tales gritos. Cuando el rey termino de cortar sus alas, tiró la espada al suelo y dio la orden para que el ángel aún con vida sea transportado a los calabozos donde moriría días después. 

ESPERO QUE TENGAN EN CUENTA MIS PALABRAS, MI HERMANO A MUERTO, SU HIJO ES AÚN MUY JOVEN, ÉL ÚNICO QUE PUEDE PROTEGERLOS AHORA... SOY YO. 

TENGAN FE EN SU REY, ÉL TRAERÁ ORDEN ENTRE SUS SÚBDITOS, COMENZANDO POR LOS QUE CUESTIONEN MI AUTORIDAD ... CORRERÁN LA MISMA SUERTE QUE ESTE ÁNGEL. 

"ESAS ALAS SOLO LE DEBERÍAN DE PERTENECER A LA REALEZA"

El Trono de la Reina BenevolenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora