Ayer fue el funeral de mi amigo, diría que era tan joven, pero no, ya no era. De hecho ambos teníamos la misma edad. La juventud es una idea tan subjetiva. Cuando lo conocí éramos unos muchachos tan ignorantes de todo, creíamos devoraríamos al mundo, que nuestras ideas revolucionarian la industria. Lo seguimos creyendo durante algunos lustros. Hasta que la edad nos fue alcanzando y con ella las responsabilidades y la vida cotidiana. Todos los demás terminamos carreras (o algo así). Todos los demás buscamos opciones para mejorar, pero él no, él era feliz con sus bosquejos simples, con su trabajo sencillo y sus idas al cine. Todos sabíamos que él era el mejor del grupo, el más divertido, el más inventivo, estábamos seguros que de todos él llegaría a ser el que más destacara... nos equivocamos.
Sin importar que pasara siempre estaba tranquilo, jamás contaba nada de su vida, no porque fuera misterioso, sino porque había mucho que contar de tantas otras cosas que lo personal quedaba en segundo plano. Reíamos por horas, creábamos, resolvíamos el mundo y él regresaba a su trabajo cotidiano (y aburrido) que le daba para pagar sus cuentas y sus gustos. No ahorró nunca, pero no le debía a nadie, vivía con su saldos en cero, a menos que quisiera algo, entonces juntaba para conseguirlo y así fue pasando su vida. Y sucedió que su cuerpo tuvo la primer falla y luego la segunda y la tercera y ya no pudo ser independiente y su familia lo auxilió y él siguió feliz, creando algo cada día hasta que ya no despertó. Dicen que murió en paz, sonriendo. Al recibir la noticia fui a mi auto y puse la música a todo volumen, grité y lloré y me enojé mucho, estaba furioso con él por haber desperdiciado su talento, su capacidad en un trabajucho que le daba apenas lo necesario. Lo insulté por su falta de disciplina, por no querer trascender y entonces, después de una hora de gritarle al volante lo entendí todo: él estaba contento con lo que hacía y tenía, él no deseaba trascender, ni ser recordado como el mejor, simplemente quería pasar su vida haciendo lo que le gustaba.
Regresé a mi oficina, uno de mis compañeros se acercó a preguntar si todo estaba bien, le dije la verdad: que estaba resignándome a la muerte de un amigo, a la falta que me haría y entonces comenzó con su decir de siempre sobre la miseria humana, la mediocridad del ser y la carencia de la trascendencia y lo vi en su profunda infelicidad y recordé a mi amigo muerto y su siempre tranquilo semblante. Tantos años buscando algo, tantos libros leídos, tantos debates realizados y él tuvo la verdad desde el principio.
Amigo, mi regalo para ti en este día de tu funeral será seguir tu ejemplo, ¿para qué buscar trascender si con estar tranquilo es suficiente?
ESTÁS LEYENDO
El amor es azul
Krótkie OpowiadaniaSer extraordinario o especial está sobrevalorado. Al final, lo que siempre perdura es lo promedio, la media. Recomiendo escuchar esta pieza mientras se leen las historias https://www.youtube.com/watch?v=45mLMDNKGNw