Hoja 6

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_Esto es un infierno.

Finalmente hubo un día que sonó como una bofetada. Era domingo y estaba nublado. 

Todo parecía suceder con normalidad. La comida esmeraba de mamá ya estaba lista. Como cada domingo, papá exigía que estuviéramos los cuatro sentados a la mesa. Y yo me deleitaba en la dificil tarea dedespertar a Guillo, que se había acostado poco rato antes.

La sala olía como para deshacer toda furia; olía como para perdonar  las ofensas recibidas y por rcibir. Y en el momento de embeber el pan, cualquiera sentía deseos de reconciliarse con el mundo.

Cualquiera, menos papá y mi hermano. Porque a ellos, a lo mejor a causa del ají, les sucedió al revés.

Primero fue un comentario con forma de dardo que voló de un lado al otro de la mesa:

_¿Cuál es tu plan para hoy, Guillo?  ¿Dormir, almorzar y volver a dormir...?

Guillo devolvió un silencio absoluto: dardo envenenado con indiferencia.

_Guillo, tu padre te está hablando _dijo mamá, en otro de sus desesperaos intentos de pacificadora.

_Ya lo escuché.

_¿Y si me escuchaste por qué no contestás...? _papá apartó el plato a medio terminar. El mensaje era claro: "Perdí el apetito; pero esto no se termina aquí".

Por toda respuesta, Guillo se levantó con mucho ruido de silla y se fue a su dormitorio. Papá lo siguió con un gesto en su rostro que jamás le había visto. Mamá se fue tras los dos. Yo me quedé en mi sitio, comiendo de miedo.

Fue por eso que solamente pude escuchar la discusión que terminó en lluvia.

De papá a Guillo y de Guillo a papá, iban y venían palabras elegidas para herir. Reproches sucios de tierra vieja. Y cada vez más, y peor, y era igual que un tren cuesta abajo... Hasta que ya, sin mejores razones, le llegó el turno al tatuaje de Guillo.

Lluvia Bajo La Higuera - Liliana BodocDonde viven las historias. Descúbrelo ahora