1. Problemáticos.

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Hinata consideraba que su vida había sido lo suficientemente buena en esos dieciséis años de vida que su madre y diosito le regalaron.

Es por eso que allí, cómodamente sentado entre el fuego y el hielo, se mantenía con una tensa sonrisa recitando oraciones silenciosas sin despegar sus ojos del menú.

Sus acompañantes eran caso a parte, toda la culpa era de Bakayama y el maldito ni siquiera se había atrevido a llegar todavía.

Lo mataría.

—Entonces... —inició uno de ellos con una tétrica sonrisa—. ¿Quién diría que el gran Oikawa sería un niño problema? Del cuervo bebé lo esperaba, pero tú...

«¿Acaba de llamarme...? ¿Eh?»

—Cállate —ordenó el irritado castaño—, de haber sabido que me encontraría con personas tan molestas me habría quedado en casa.

«¿Acaba de insinuar que soy desagradable?»

El señuelo tensó la mandíbula mientras el otro pelirrojo en la mesa dejaba de sonreír por medio segundo, sin embargo Tendou no se dejaría molestar tan fácilmente.

Tantos años de competitividad entre ambos no sólo le habían hecho receloso con el Gran Rey, si no también cuidadoso con sus expresiones al tenerle cerca.

El Guess Monster vs el Monstruo del Seijoh.

Hinata entornó los ojos interesado en un letrero brillante a unos metros, la palabra SALIDA le tentaron de tantas maneras que tuvo que agarrarse al asiento para no correr hacia allí.

Takeda y Ukai se lo habían dejado en claro. Era todo o nada.

—Ara, estás muy enojado, Oikawa-kun —sonrió Satori antes de enfocarse en Shouyo—. De seguir así intimidarás a los niños, ¿no podrías ser más comprensivo con él? El pobre parece querer huir.

Tooru dejó de mirar mal al jugador de Shiratorizawa y también miró al rematador de su kohai con cierto interés, ahora que lo pensaba él también debía estar allí por algo, ¿no?

Hinata dejó de fruncirle el ceño a su letrero favorito al sentirse observado y se sonrojó al tener dos potentes miradas sobre su persona.

Se aclaró la garganta con nerviosismo.

—¿Q-Qué?

Maldijo su titubeo y la sonrisa de Tendou.

—¿Asustado?

—¿Y-Yo? —se señaló a sí mismo—. ¿Asustado de qué? Pff, no me haga reír.

Y forzó una risa nerviosa.

«Es peor mentiroso de lo que pensé»

El Gran Rey suspiró relajándose, se puso cómodo en su asiento, se cruzó de brazos y cerró los ojos unos minutos para pensar en Iwaizumi.

Su situación era culpa compartida, pero no lo diría jamás en voz alta.

Hasta donde sabía, o eso suponían los demás, todo había empezado por una doceava confesión y un Iwa-chan enojado.

Después pasó algo que no recuerda y tanto el as como el armador quedaron regañados y castigados por el entrenador.

La situación era tan sencilla... ¡Y aún así estaba solo a merced de un cuervo y un psicópata!

Maldito Hajime.

—Relájate, Chibi-chan —suspiró cuando le volvió a mirar—. Por hoy te dejaré vivir.

Grupo problema.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora