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Apoyado en la muralla se encontraba Sesshoumaru esperando a que su madre hablara.

–Sesshoumaru... tú siempre fuiste un chico especial... eras capaz de entablar una conversación con cualquier persona, con una seriedad, lucidez y coherencia no propias de tu edad. Pero cuando conociste a Izayoi... –hizo una breve pausa al recordar el desafortunado fin que tuvo.

El nombre no le era familiar a Sesshoumaru, alguien que no recordaba ¿Qué tenía que ver con él? La tristeza en los ojos de su madre le decía que era importante para ella... no podía ser una hermana, pues era hija única.

–siempre le decías que se tenía que cuidar, pues de ella...

–espera... –la interrumpió, mirando al pasillo –escuche que me llamaron...

–no escuche nada...

–iré a ver... –"esa voz era de Inu Yasha" agrego a sus adentros. Caminando con rapidez, entrando lo vio encogido bajo las sabanas sostenía su vientre, teniendo las sabanas manchadas de sangre, estaba teniendo una perdida.

Por un momento se sintió petrificado, el vació que tuvo en su estómago debilito sus piernas, pero no se dejó caer.

–ugh... Sessh... Sessh... –gimoteaba entre sollozos inconsciente haciendo que volviera en sí el médico y caminara a él.

–ya estoy aquí Inu... te voy a ayudar... tranquilo –acaricio su cabeza y lanzo la sabanas lejos.

Entonces lo vio, las marcar de dedos enterrados en los costados de sus caderas, el claro rasguño en la parte trasera de su cuello... el odio hacia Naraku creció en su interior...

–¿Por qué lo dejaste? –murmuro dolido y con rabia. Tomo las ropas inferiores y las bajo hasta sacarla...

Irasue miraba a su esposo en la cama... "no sabes cuán difícil fue para mí criarlo... ahora no me dejes sola" suspiro con pesadez "ahora que no sé cómo explicarle su problema, esa pérdida de la realidad ¿Cuántas veces me aterre por sus palabras?... como cuando descubrió que Izayoi estaba embarazada sin que ella lo supiera siquiera... tan solo... si todo era una ilusión creada por su mente ¿Cómo lo sabía?... ¿Por qué cada vez que hablaba de aquel pasado antes de nacer del cual yo buscaba información; era tal cual él lo había comentado... lugares, personas... ¿Cuál era el nombre que decía a Izayoi de quien sería de él?"

–tendrás a quien será mío –le había dicho Sesshoumaru a Izayoi –ya está creciendo dentro de ti.

Apenas tenía 8 años, pero lo dijo con la seguridad y tranquilidad de quien da una respuesta tan obvia, como aseverar que dos más dos son cuatro. Poniendo su mano en el vientre no le tomo importancia a las caras de desconcierto y preocupación de Izayoi e Irasue.

–crece grande y fuerte... en esta vida yo te protegeré –la mirada del niño se dirigió también a Izayoi, que estando al lado de Irasue no pudo más que sorprenderse por la mirada de completa convicción y seriedad de aquel niño –a ti también. No dejaré que vuelva a ocurrir... o él lo volverá a hacer... –dejo ver la gran tristeza que el pensar eso le provocaba. Nada más dijo y las adultas ya habían aprendido que preguntarle no servía, no hablaría de los detalles que no le gustaban y punto.

El tiempo pasaba y Sesshoumaru les contaba a las mujeres de aquellos tiempos donde él era en verdad un ente dedicado a la muerte de las criaturas: humanos, animales, espíritus, todo aquello que tuviese vida un día lo vería a él. Que solo una vez lloro por una de esas muertes. La manos de Sesshoumaru acariciaban el vientre de Izayoi y sonreía con el sentimiento de añorar verle por fin, con tan dulce sonrisa cada vez que hablaba de ello... los psicólogos lo adjudicaban a su inteligencia el poder crear y urdir una historia así: "su creatividad viene desde su imaginación tan activa, no sería extraño que un día le dijera que tiene un amigo imaginario con quien habla de estas cosas".

Magnolia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora