Culpa.

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Había trascurrido un mes, un maldito mes frecuentando el Lonely Hearts Night Club, un maldito mes de recibir mamadas y pajas de Draco Malfoy y en el que él no se había dado el valor para terminar con Ginny ni para contarle al rubio la verdad, la verdad sobre su identidad y sus razones principales para frecuentar el club. Y se sentí culpable, muchísimo, sobre todo cuando estaba lejos de Malfoy y podía pensar con mejor claridad y entonces se daba cuenta de que estaba actuando como un idiota. Estaba engañando a su novia, aquella que había jurado amar desde el colegio y con la que había tenido que enfrentar muchas cosas para finalmente estar con ella. Y en segundo lugar se había vuelto rápidamente adicto a tener a Draco Malfoy para su placer personal.

Estaba siendo egoísta, como nunca en su vida, estaba siendo mentiroso, deshonesto, estaba siendo demasiado Slytherin para su gusto y lo peor es que no podía evitarlo. Después de una semana de frecuentar el cuarto rosa había caído en cuenta de que no podía seguir con esa farsa y se había mentalizado muchísimo para no ir a aquel lugar ni una vez más, no hasta que se convenciera de que si regresaba sería solo para ayudar a Malfoy y descubrir que era lo que ocurría en aquel club y no para obtener favores sexuales, cosa que no había salido nada bien y al final solo había soportado un par de días lejos de Ángel y su gloriosa boca.

Y para terminar de torturarlo con la culpa, Ginny había pasado el último mes siendo encantadoramente comprensiva con su falta de tiempo, su obsesión con Malfoy y el hecho de que ya casi ni tenían sexo, y aquello hacía que Harry quisiera morirse de vergüenza, por que para ella, para los Weasley y para el mundo mágico entero, él era una figura honesta e intachable, no un bisexual de closet que aparte de todo era un infiel hijo de puta y aquello no le dejaba dormir. Constantemente era despertado por pesadillas en las que Malfoy aparecía en su puerta para reclamarle que le había ocultado la verdad y entonces Ginny bajaba por las escaleras solo para descubrir que su novio de años, AÑOS, había estado manteniendo relaciones homosexuales con su rival del colegio y entonces todo se volvía un caos porque Ginny lo dejaba entre lágrimas y reproches, pero la peor parte era la mirada de Draco, una fría y llena de resentimiento que hacía mucho tiempo no veía.

En ese mes se había acostumbrado a mirar una cara completamente diferente de Ángel, había aprendido a verle sonreír, a verle cerrar los ojos de placer y abrir la boca por la falta de aire, había aprendido a verlo sorprendido y hasta contento y relajado, y lo peor de todo es que le gustaba, le gustaba ser el causante de aquellas expresiones, pero sobre todo le gustaba la química sexual entre ellos que era increíblemente compatible. Pese a todo no se había atrevido a ir más a allá de las mamadas y las masturbaciones, no porque no quisiera, si no por que la culpa no se lo permitía, sobre todo los últimos días, después de que Ginny le dijera que la temporada de quidditch iba a tomar un descanso y entonces pasaría más tiempo con él.

No podía negar que amaba a Ginny, o al menos eso pensaba aún, porque el solo verla le hacía endemoniadamente feliz, ella era como la luz del sol, cálida, amable, cariñosa, alegre y sumamente amorosa, sabía que con ella obtendría todo aquello que siempre deseó, una familia feliz y completa, llena de niños sonrientes e hiperactivos a los que ambos les enseñarían a jugar al quidditch en una casa de campo lejos de todo y de todos, pero después de la reaparición de Draco en su vida ya no estaba tan seguro de que aquella fuese su vida ideal, aunque ser el amante de un bailarín exótico y pasar con él un par de horas por la noche tampoco se ajustaba a sus estándares de vida perfecta. Y estaba confundido, muchísimo, porque cuando estaba con Ginny no recordaba a Draco y cuando estaba con él no lograba recordar a su novia y se sentía el peor de los patanes que jamás hubieran pisado la tierra, sin excepción.

Sus dudas e inseguridades habían sido las encargadas de mantenerlo en un estado estático que le impedía actuar como era debido, porque él sabía, sabía que solo tenía tres opciones, la primera de ellas y la que todo el mundo esperaba que tomase, porque era lógico, era que eligiera a Ginny y no volviera a involucrarse con Draco Malfoy nunca más en su vida, de todas formas el rubio no sabía que él era el verdadero Harry Potter y seguramente no se tomaría personal el que no fuese más a visitarlo como cliente frecuente. La segunda opción era la menos viable y significaba dejar a Ginny para hacer de su vida de soltero un desastre, significaba elegir a Draco, el bailarín y gigoló quién seguramente le ofrecería el mejor sexo del mundo pero nada más. Y la tercera opción era simplemente dejarlos a ambos e intentar seguir con su vida amorosa desde cero, manteniéndose neutral.

Lonely Hearts Night Club.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora