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Dedicado a Inblost y GeekOno


~*~

Analizó mi semblante con lentitud, como si hubiera tallado cada movimiento de mis facciones en su memoria.
No ignoré la sonrisa perspicaz que se situó en las comisuras de sus labios.

—¿Qué?, ¿acaso tengo un moco en la nariz o por qué me miras así, Skylar?— alcé una ceja.

—Oh, no es nada fuera de lo usual. Solo que tu novio Evan te mantiene embelesada, ¿o me equivoco?— guiñó un ojo a mi dirección y el cereal de bolitas de chocolate, estuvo cerca de atascarse en mi garganta.

—¡Evan no es mi novio! Ni siquiera sé si lo considere como un amigo, maldita sea— me apresuré a espetar.

Una risotada provino de la pelirroja, quien negó con la cabeza, pero aún danzando una sonrisa en su cara.

—Tn, es solo una pequeña broma. Vas a envejecer si continúas con ese carácter amargado que posees— dijo—, además, no puedes negar que a estas alturas debe haber algo de química mutua entre ustedes. Quiero decir, te busca hasta en los momentos más inoportunos— intuí que se refería al funeral de Levi y las caminatas nocturnas—, su mirada destila que su corazón se acelera al verte. Es más que obvio, cariño. Si no te has percatado de ello, entonces debes estar ciega o ser bastante ingenua.

Froté las palmas contra mis ojos, en un intento de exterminar al rey de los malestares de mi sistema.

—Sky, el hecho de que me haya besado en la mejilla no significa...— coloqué una mano sobre mi boca, de inmediato.

La mandíbula de mi madrastra casi cae al suelo por lo abierta que estaba. No me pasó desapercibida la mirada de fascinación que portó sus ojos.

—¿Ves? ¡Tú misma dices la absoluta e irrefutable verdad! Le gustas, Tn. Lo que acabas de contarme, no es más que una clara señal de mis suposiciones— triunfó una expresión petulante en ella.

Quise argumentar lo que en realidad ocurrió, que ese beso fue el obsequio de Evan por mi cumpleaños, pero mi mente en blanco traicionó a las ganas de hablar. La combinación de frustración y vergüenza sobre mí, era como un saco de piedras atado a mis huesos.

—Como sea, ¿dónde está ese par de bestias?— me decidí por cambiar de tema.

—Ya te he dicho que no les llames así a Quincey y Adeline— vi un atisbo de enojo—. Tu padre los llevó al museo, recuerda que en unas horas iremos todos al lago.

—Espero que no haya cocodrilos en él, o seremos los siguientes muertos en Derry— mi intento de broma no causó gracia, de hecho, creo que irritó a la mujer.

—Deberías invitar a Evan, ¿no crees?— el disparo de adrenalina golpeó mis venas.

—No creo que quiera ir, se supone que es una convivencia familiar, ¿o no?

—Correcto, pero tu amigo no es ninguna molestia para nosotros. Así que iremos a casa de los Harker e interroga a los abuelos de Evan si puede acompañarnos— ordenó, y mantuve las emociones a raya.

—Bien, bien. Pero no prometo que logre ir con nosotros— me di a la tarea de especificar y terminar mi desayuno.

De pronto, las sombras del asesinato de Levi, eran intrusos recuerdos de mi memoria.
Al regresar a Whitby, mi madre me llevaría a terapia psicológica para solventar dicha tragedia colada en mi cerebro. Pero la negatividad murmuró que no era así de fácil, la escena siniestra quedaría como residente de mi cabeza.

Aunque no fue tan mortífera para quebrarme en pedazos diminutos y lastimeros. Tampoco iba a regalar a la desgracia, el poder de triturar mi vida por esa fatídica y cruel noche.

© Lunático enamorado | Pennywise x lectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora