Capítulo 1 - Casualidad

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Apenas ella puso un pie en la vereda del restaurante se dio cuenta que aún llovía. Se debatió mentalmente unos segundos y abrió su paraguas, volvería caminando. Una cena afuera había sido demasiado para su ajustada billetera como para darse el lujo de pagar un remís, además, le gustaba la lluvia.

Quizás fue obra del destino, quizás sólo intentó escapar de la rutina cuando decidió cruzar el parque en lugar de rodearlo. Era una imprudencia y ella lo sabía, pero supuso que con esa lluvia los grupos de delincuentes que solían reunirse en el anonimato de la noche para interceptar a los transeúntes descuidados o para planear actos de mayor envergadura habrían elegido algún lugar a resguardo.

La lluvia parecía hacerse más intensa con cada paso y eso realmente no le preocupaba, se sentía feliz, volvía de cenar con sus colegas del instituto y se sentía bienvenida. Una joven aspirante a profesora con tan buen promedio no había escapado a la aguda mirada de la directora quien decidió proponerle dar clases en dos divisiones de primer año que acababan de quedar vacantes. Ella nunca hubiera imaginado que al elegir cursar su residencia en ese instituto privado que era tan riguroso y selectivo se le abrirían tantas puertas.

De pronto algo llamó su atención y se detuvo; apenas unos pasos delante se encontraba un hombre, sentado en un banco, cabizbajo, la cabeza sostenida por sus brazos, su rostro oculto tras sus manos y sus ropas manchadas con sangre.

Dar marcha atrás, volver sobre sus pasos habría sido lo más sensato, o quizás seguir caminando ignorándolo y correr luego hasta encontrarse a salvo en su casa. Nunca supo qué fue lo que la motivó a acercarse a él, cubrirlo con su paraguas y susurrarle

-¿Estás bien?-

Se sintió estúpida de pronto ¡por supuesto que no estaba bien! ¡por algo estaba ahí en esas condiciones! Y aún más estúpida al darse cuenta del peligro que eso implicaba, al fin y al cabo, ella no era más que una chica de 20 años, sola, una medianoche de viernes en un parque azotado por la lluvia y él era un completo extraño manchado de sangre.

Su cuerpo se aflojó cuando él levantó el rostro y la miró

-¿Na... Nathaniel?- pronunció ella con una mezcla de asombro y pena.

Él a su vez inclinó su cabeza con un dejo de interrogación en sus ojos al verla, si había alguien a quien no había pensado siquiera encontrar esa noche era a ella

-¿Profe?- pronunció incrédulo, intentando limpiar rápidamente su rostro.

Ella se sentó a su lado sin pronunciar palabra, sin poder quitar sus ojos de los de su rubio alumno, nunca antes se había sentido tan preocupada.

-¿Qué te pasó? ¿estás bien?- le preguntó al fin

Él asintió con la cabeza y miró al frente, hacia la noche, ella hizo lo mismo. El tiempo corría ahora a un ritmo distinto y sólo se podía escuchar la lluvia golpeando el paraguas que ahora los protegía a los dos.

Él suspiró y se puso de pie

Él suspiró y se puso de pie

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