Capítulo 2 - Elección

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-¿Cómo elegiste ser profesora?- le preguntó él para entablar conversación

-No sabría decirte con exactitud- le confió –desde chiquita jugaba a ser maestra... ¿vos ya tenés decidido qué vas a hacer cuando termines?-

-Abogacía-

-Es una buena carrera-

-Sí... supongo...-

-¿Suponés?-

Suspiró antes de responder –No tengo demasiadas opciones, todos en mi familia son abogados-

-Y pretenden que sigas la línea, entiendo-

-Sí...-

-Dejame que te lo pregunte de otra forma... ¿cuál es tu futuro soñado?-

-¿Mi futuro soñado?- la observó sin entender

-Sí, si no dependieras de tu familia, si no importara el dinero, si no importara nada más que vos... ¿qué harías?-

Él dirigió su mirada al exterior y en silencio se dedicó a observar el paisaje, su mirada parecía perdida, por primera vez en su vida no miraba hacia fuera, sino su propia alma

-Arquitectura- contestó al fin, sin despegar los ojos de la ventana

Ella sonrió, pero él bajó la mirada antes de volver a hablar

-Eso si dependiera de mí, pero mi padre no lo permitiría nunca-

-¿Sólo eso te detiene?- él la observó con interrogación y pudo ver el fuego y la firmeza en sus ojos cafés –con todo respeto, deberías mandar a la mierda a tu padre, es tu vida, nadie tiene derecho a decidir por vos-

Él sonrió y agachó la cabeza y ella notó que sus palabras lo habían perturbado

-Disculpame, creo que me excedí-

-No, tenés toda la razón, pero ya ves lo que pasa cuando alguien lo contradice- dijo señalando su rostro, se notaba claramente el golpe que tenía en su nariz.

Se hizo un nudo en la garganta de la chica –No podés seguir viviendo así-

-No tengo demasiadas opciones, ¿de qué podría vivir un chico de 17 años que ni siquiera terminó el instituto?-

-¿De vender mermeladas y dar clases particulares?, a mí por ahora me funciona- le respondió ella sonriendo y él la observó fascinado.

-¿Cómo son tus padres?- le preguntó él

-No lo sé realmente, mamá murió cuando yo nací y papá vive en otro país, así que me crió mi abuela-

-Lo siento-

-Está bien, sé que papá maneja unas empresas pero no mucho más que eso, las únicas cartas suyas que recibo son los detalles de los depósitos en mi cuenta, hay que reconocer que el viejo siempre cuidó que no pasáramos hambre-

-Así que estás sola acá-

-Sí, pero extraño el pueblo, el ambiente de ciudad aún me es extraño... ¡Mirá! ¡Ya estamos llegando!- expresó con alegría señalando el paisaje rural.

Sonó entonces la sirena, indicando que el tren había llegado a destino. Él no pudo evitar sonreír al verla tan eufórica, tan feliz.

-¡Vamos!- dijo ella y él asintió siguiéndola.

Bajaron al andén y caminaron hacia la vieja estación de ladrillo a la vista enmarcada entre palmeras, que daba la bienvenida al pueblo con un antiguo cartel fileteado, bastante maltratado por el paso del tiempo. La abuela vivía a unos 2 kilómetros de la estación, en la vieja chacra que la vio nacer, un camino ancho de piedra, un giro a la izquierda por un sendero de tierra y luego otro poco por un camino arbolado.

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