Capítulo 5: Metas

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Última semana de clases, faltaban apenas tres días para que los chicos de 6to egresaran y se mezclaba un ambiente de euforia y nostalgia.

-¡Una foto Sam!- gritó Alexy al verla llegar a la escuela, ella se acercó riendo a donde varios de sus ex alumnos luchaban por tomarse una selfie decente y se unió al desbarajuste fotográfico.

-Las últimas semanas son eternas- le comentaba Delanay a Farrés en el instante en que Samantha entraba a la sala de profesores

-¡Buenos días!- dijo la chica sonriendo ampliamente

-Qué contenta estás hoy- remarcó la señora Delanay

-Nada en especial, es un lindo día-

-Seh...- musitó la señora y Samantha la observó confusa. No lo entendía, pese a haber compartido tantos meses y tantas charlas con la señora no entendía cómo podía estar siempre de tan mal humor, y le resultaba tan triste darse cuenta que Delanay era una mujer digna de lástima: odiaba su trabajo, sus alumnos le fastidiaban, sus colegas le eran indiferentes, siempre quejándose, nunca una palabra de aliento, nunca una sonrisa amplia y sincera. Qué débil que era esa mujer que se ocultaba tras esa imagen de rudeza y mal humor, qué terriblemente triste le resultaba pensar en lo frágil que debía ser para no atreverse a hacer algo distinto, a quebrar la rutina, a tirar las tizas y dedicarse a algo que de verdad la apasionara: a escribir, a sembrar, a investigar... pero no... ella prefería quedarse en el sitio de confort, en la ilusoria comodidad de lo conocido, de lo seguro... qué triste era desperdiciar así tanto talento, qué triste era desperdiciar así su vida, qué triste debía ser vivir sin pasión. Y se prometió en ese instante que jamás se permitiría ser como Delanay, jamás permitiría que el dolor y el miedo dominaran su vida.

El timbre sonó y se dio inicio a la jornada educativa. Pero al salir al patio para irse a su casa después de dictar su clase, un globo de agua estalló a sus pies. Levantó la mirada sobresaltada y observó a Castiel mirándola con malicia a punto de arrojarle otro, pero en ese instante un gran globo le dio directo en la cara al pelirrojo, empapándolo. Samantha giró a ver desde dónde había partido ese preciso proyectil y se sorprendió enormemente al descubrir a Nathaniel desternillado de risa. Comenzó a reír también, hasta que un globo estalló contra ella

-¡Uh! ¡perdón profe! ¡no era para vos!- corrió a ella Alexy, preocupado, pero ella rió aún con más ganas

-Venganza- pronunció la chica, dejó su maletín en un costado y corrió hacia uno de los baldes llenos de globos que habían desperdigado por el patio como reserva de proyectiles, tomó uno en cada mano y los arrojó directamente hacia Alexy, quien corrió esquivándolos

-¡No es justo!- le gritó ella y sintió estallar uno en su nuca, Rosalya reía completamente empapada. Todo 6to se despedía del instituto de la mejor manera posible: jugando todos juntos... o casi todos... Amber, Li, Charlotte y Karla estaban alejadas del resto, observándolos horrorizadas, no entendían cómo podían divertirse con esas niñerías y aunque en el fondo se morían de ganas de ir a jugar ellas también, la imagen que debían mantener era para ellas aún más importante que sus propios deseos. Por eso no entendían a Samantha, y a Amber le preocupaba lo cómodo que se mostraba su hermano estando cerca de ella.

-¡¿QUÉ SE SUPONE QUE ES ESTO?!- La estridente voz de Shermansky los sobresaltó y quedaron todos inmóviles –Señorita Samantha, no me hubiera imaginado nunca que usted se prestaría para semejante descontrol-

-Disculpe directora- dijo la joven agachando la cabeza

-No se la agarre con ella doña- saltó a su defensa Castiel –nosotros la hicimos sopa-

-¡Ordenen todo ya mismo! ¡y ni se les ocurra andar mojando las aulas!-

La directora volvió a entrar al instituto y Nathaniel se acercó a Samantha

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