Capítulo 3: Quiebre

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Samantha se encontraba dictando una de sus últimas clases de la residencia, estaban en el salón con el fin de calificarla María Inés, la profesora del curso, la directora Shermansky y Silvia, su profesora de la universidad. Pronto llamaron a la puerta. Samantha se disculpó y abrió, era el señor Farrés quien se notaba perturbado.

-¿Qué sucede Farrés?- preguntó la directora un tanto molesta por la interrupción

-Disculpe, pero necesito comunicarle algo a la señorita Samantha-

-¿No puede esperar?- siguió la directora

-Me temo que no señora-

-Hable entonces-

Samantha permanecía inmóvil y en silencio y la carcomía un mal presentimiento. Farrés dudó un segundo sobre si hablar o no delante de todos pero finalmente lo hizo

-Disculpe señorita, acaba de llamar su abuelo-

-¿Mi abuelo?- preguntó confusa

-Sí, lo lamento pero su abuela acaba de sufrir un infarto-

-¿Qué...?- susurró Samantha en un hilo de voz

-¡¿Le dijo cómo está?!- gritó desde su banco Nathaniel, por lo que todos lo miraron con asombro

-Sí, dijo que está estable, pero pidió que usted vaya cuanto antes señorita, lo siento mucho-

Samantha estaba en shock, no lograba asimilar lo que estaba escuchando, su mundo se

desmoronaba.

-Samantha querida- habló la directora –andá con tu abuela, es una cuestión de fuerza mayor esto-

-Así es, recuperamos la clase otro día, no te preocupes- agregó Silvia.

Samantha asintió con la cabeza, guardó sus libros en su bolso y se dirigió a la puerta, Nathaniel se apresuró a guardar sus útiles y se puso de pie.

-¿Usted a dónde va?- preguntó sorprendida la directora al joven

Él dudo un segundo antes de responder –Me voy-

-¡No puede retirarse sin autorización!-

-Míreme- le respondió con prepotencia dejando a todo el mundo estupefacto, nadie hubiera esperado una respuesta así salir de su boca ni en un millón de años.

Samantha entonces reaccionó sobre lo sucedido y temió por el joven, por lo que le habló directamente

-Nathaniel, quedate tranquilo, si pasa algo yo te aviso-

-Pero...-

-La Abue es de madera de roble, no se va a dejar talar tan fácil-

Él asintió en silencio y ella salió del aula.

-¿Necesita que la lleve?- le preguntó Farrés –acabo de terminar mis clases-

Samantha asintió moviendo la cabeza, aún en shock, se sobrepuso un segundo, tomó su celular y llamó al de su abuela

-¡Hable!- contestó una voz masculina

-¿Louis? Soy Sam ¿cómo está la Abue? ¿en qué hospital está?-

-Está bien niña, pero está en la casa, no quiere ir al hospital. La atendió acá tu primo, el médico-

-¡¿QUÉ?! ¡En un rato estoy allá! Por favor prepárele un bolso que me la traigo a capital-

-Espero que puedas convencerla niña-

Samantha cortó

-¿Está todo bien?- le preguntó Farrés, que había permanecido en silencio a su lado

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