capitulo 4

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Chris  y Emma llegarían en cualquier momento. Entre la pelea con Livia y la noche
y la mañana... Dios mío, la mañana, con Simon deseaba una bonita y tranquila
cena con amigos. 

Se alisó su pelo rebelde hacia atrás, estudiando los rizos con el ceño fruncido. Eran la perdición de su existencia. No importaba lo que le hiciera a su pelo éste siempre se veía rizado. Aunque tenía que admitir que se veía mucho mejor de cómo se había visto en la secundaria cuando había intentado llevar el pelo corto. Se estremeció ante el recuerdo. 

Se estaba poniendo brillo en los pálidos labios justo cuando Simon entró en el
dormitorio.
— Maldita sea, nena. No importa la cena, nos la saltaremos hasta el postre.
Ella puso los ojos en blanco e hizo caso omiso a su ultra-caliente sonrisa mientras él
poco a poco recorría con la vista su vestido negro con flores  y unos pequeños tirantes
Se había ido de compras con Emma por la tarde, con la intención de impresionarlo.
Por la mirada en el rostro de Simon había hecho un buen trabajo. El vestido halter
mejoraba las pocas curvas que tenía, y el hecho de que le llegara una o dos pulgadas
por encima de la rodilla no estaba mal.
Becky sabía que sus piernas eran su mejor atractivo, y esta noche había decidido
jugar a eso.
Ella lo miró fijamente en el espejo. Maldita sea, el hombre se veía bien. La camisa
cazadora de botones verde oscura y los pantalones negros que había elegido estaban
muy lejos de los jeans y camiseta que normalmente llevaba. Y no se había atado el
pelo hacia atrás, tampoco. Este acariciaba sus hombros, lo que hizo que los dedos le picaran con la necesidad de tocarlo. 

Él se acercó, deslizando sus manos alrededor de su cintura. Sus dientes se
hundieron suavemente en el costado de su cuello, justo por encima de su marca.
— ¿Estás segura que deseas salir esta noche?
El timbre sonó. Ella se rió mientras él gemía.
—Tú fuiste quien invitó a  Chris y a Emma, ¿recuerdas?
—No me lo recuerdes.
Había hecho la invitación cuando Emma se había presentado en la puerta de su
casa, prácticamente rebotando, y anunciando que secuestraría a Becky durante todo
el día. Ella había estado de acuerdo rápidamente y arrastró fuera de la casa a Becky,
con la carcajada de Simon tras ellas todo el camino hasta el coche de chris. Emma
había tomado el coche de chris, porque había decidido que irían de compras.
Becky se había reído. Conociendo a Emma, sabía que necesitarían el espacio extra
que la Durango de chris les proporcionaría. Había estado en lo cierto. Sólo esperaba
que chris no estuviera demasiado horrorizado cuando Emma llegara a su casa, con
bolsas y cajas apiladas en el asiento trasero.
Ella lo siguió a la puerta principal.
— Hola, Emma, chris.
— Hola, Becks. Hola, Simon— Emma se veía preciosa en un jersey de cuello alto
de color caramelo y con pantalones grises de brezo que complementaban su tono de
piel dorado. Llevaba su chaquetón negro favorito.
— Rebecca.
Si alguien podía vencer a Simon como el hombre más caliente en el concurso de
Halle ese sería chris  Cannon.

Su pelo  enmarcaba el rostro de un ángel malo, el único defecto era
una pequeña cicatriz al costado de su nariz. Ella podía ver una camisa azul zafiro
bajo la chaqueta bomber que llevaba, y sus largas piernas estaban envueltas en
pantalones negros. Sus soleados ojos azules y sonrisa tolerante ocultaban el hecho
de que era uno de los hombres más poderosos de la ciudad. Sin siquiera pensar en
ello inclinó ligeramente la cabeza en respeto al Alfa de la Manda y a su compañera;
la sonrisa era para sus amigos.
chris asomó la cabeza por la puerta y miró al suelo a su alrededor, con una
expresión de desconcierto en su rostro.
— ¿Qué demonios estás haciendo?— Simon le preguntó, frunciendo el ceño.
— Preguntándome dónde has escondido las pilas, pilas y pilas de bolsas que Becky
debió haber traído a casa.
Las cejas de Simon se levantaron.
— Sabías que iban de compras hoy, ¿verdad?
— Por comprar, pensé que iban a recoger un vestido, tal vez a conseguir unos
zapatos o un bolso. En lugar de eso, probablemente podría abrir una boutique en la
sala de mi casa.
— Sabes, todo lo que Becky trajo a casa fue una bolsa pequeñita— Simon sonrió
mientras chris gruñía con buen humor. — Se llevó la Durango de compras, chris .
Debiste haber tenido tu primera pista con eso.
— Síp, sobre todo cuando movió los asientos hacia abajo justo antes de salir—
chris esquivó el golpe que Emma le dirigió a su brazo con una sonrisa. Él se volvió
hacia Becky, sin dejar de reír.
— ¿Cómo te estás sintiendo, Becky?— la mirada de chris se concentró en marca
de la mordida de Simon, visible a través de los tirantes de su vestido. Con
una pura sonrisa masculina chocó la mano de Simon, quien sonrió de vuelta. Becky negó. 

Dulces Sueños SERIE HALLEPUMAS 3 (Terminada)©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora