Capítulo 30: La Futura Alma Ennegrecida

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When All is Lost, One is Found. En Español.

Autora: Rinoaebastel

Capítulo 30: La Futura Alma Ennegrecida

Disclaimer: Harry Potter no es mío y no gano nada con esto, solo practicar en la escritura. Harry Potter es propiedad de JK Rowling.

AN: Esta historia puede contener escenas de los libros y de las películas de Harry Potter, pero no con el dialogo exacto, este ha sido reescrito u omitido. No está señalado.

Agosto, 1996

La única luz que iluminaba el pequeño dormitorio provenía de la ventana, mostrando el ligeramente enrojecido rostro de Severus. Se movió a un lado. Al otro. Tiró las sábanas que lo cubrían y gruñó. Fijó la mirada en el techo y extendió ambos brazos a cada uno de los lados de la cama, intentando refrescar su cuerpo. Era inútil.

Tenía un invasor en casa del que no confiaba en que no lo envenenara con la comida, o de que lo maldijera mientras dormía. Pero la causa principal de su insomnio era el hecho de que no había recibido ni una simple palabra de Dumbledore. Ni siquiera lo había llamado para las reuniones del profesorado.

Cerró los ojos. Necesitaba dormir pero no podía hacerlo, ya que no podía mandar la información que tenía. Se centró en su respiración y en lo que tenía alrededor. Sentía que el intruso ya estaba inconsciente ante el mundo y este era el único momento en el que podía bajar la guardia. Pero solo durante un par de horas.

Cuando se percató de una ráfaga de luz cerca de él abrió los ojos y miro a la ventana. Un ave roja y gigantesca bloqueaba la vista desde dentro de su casa.

Su cuerpo reaccionó al instante. Se levantó, cogió su varita y apuntó hacia el pájaro. La bajó cuando se dio cuenta de quién era

—¿Fawkes? —voló sobre él y aterrizó en su hombro. ¿Por fin Dumbledore lo estaba llamando? Las garras se aferraron con fuerza y entonces, una ráfaga de llamas cubrió su cuerpo junto con el del fénix.

Lo primero que vio cuando las llamas se disiparon fueron los cuadros con miradas de preocupación. Miro alrededor y sus ojos reposaron en los pergaminos dispersos por la mesa y por el suelo, la tinta se había vertido en ellos. Recorrió el suelo con sus ojos hasta que vio un anillo roto y una mano que salía por detrás del escritorio.

—¡Albus! —con dos pasos largos llegó hasta su lado y volteó el cuerpo hasta que la espalda estaba contra en el suelo.

Comprobó el pulso y vio la espada de Gryffindor en el suelo, no muy lejos del Director. Cuando sitió un latido suspiró con alivio. Aún estaba vivo.

Echó un vistazo por el mago y sintió temor al ver la mano. Todo cobró sentido.

Con un movimiento de su varita reveló la naturaleza de la maldición como había hecho con la de Granger. Era completamente negra, atravesando por sus músculos, venas y nervios. Tragó con fuerza. Si no actuaba rápido, Albus moriría pronto.

Murmuró varios encantamientos sobre la mano podrida, intentando sellar la maldición, pero en cada intentó que realizaba, esta rompía el confinamiento.

¿Desde cuándo había estado Albus sufriendo con esto? Definitivamente podía verse que no era una maldición nueva.

Agitó su varita, intentando contener la maldición de nuevo, encantamiento tras encantamiento, hasta lograr que el sello se mantuviera estable. Pero sabía que no iba a poder detenerla, que seguiría extendiéndose. Este tipo de maldición era... Albus debería haberlo llamado antes.

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